Nunca fue la edad estorbo para la autoridad. Al contrario, siempre fue un requisito suyo. Las canas eran ornamento y decoro de la cabeza del jefe político para los griegos antiguos. Son estos tiempos nuestros, cuando los relojes han acelerado su velocidad, los que han cambiado esta actitud.
Antes el joven imitaba al viejo por el convencimiento de que los años habían acrecentado su saber. Ahora el viejo imita al joven porque incluso él se ha convencido de que no ha aprendido nada y pretende retener la vida que se le escapa. Ambos están en lo cierto en algún sentido, sobre todo si se dedican al poder y al mando, para lo cual importa poco el saber, pues hay ciencias y técnicas que ponen a disposición del aspirante al poder medios eficientes para un formación más rápida. Sigue leyendo