La mediana fortuna

Las razones mencionadas en las fichas dedicadas a las clases medias explican por qué en naciones donde está extendida la pobreza extrema en un lado y en el otro la extrema riqueza, escaseando la fortuna mediana, como sucede en algunas de Sudamérica, del mundo árabe, etc., se apodera del mando para sí sola la demagogia oligárquica.

La demagogia y la oligarquía eran dos gobiernos opuestos en la Antigüedad, pero en nuestros días parecen formar una sola unidad. Se debe esto o bien a que los demagogos toman el poder gracias a sus artimañas y luego se enriquecen con él o bien porque son los oligarcas quienes lo hacen y luego aprenden a ser demagogos. A nadie se le escapa que lo más frecuente es lo primero, aunque no faltan ejemplos de lo segundo. En todo caso, logran ser más duraderos de lo que había concedido Aristóteles a estos regímenes, pero, pese a todo, están amenazados de inestabilidad.

Las gentes de mediana fortuna desean que las instituciones se mantengan estables. Por esto el peso de éstas debería ser el más grande si se pretende que el Estado perdure, sea seguro y no esté amenazado por trastornos y revoluciones.

Es conveniente distinguir la calidad y la cantidad en la población. Lo primero se refiere a la riqueza, la inteligencia, la capacidad, el nacimiento, la preponderancia. Por lo segundo la multitud. Si la cantidad está en una clase y la cantidad en otra, si los hombres de nacimiento oscuro, falta de luces, desprovistos de iniciativa propia y de inclinación por la actividad, son una gran mayoría y al otro lado se encuentra un reducido número de otros hombres capaces, entonces será difícil combinar ambas cualidades.

Lo más conveniente, como puede comprenderse, es equilibrar estas dos clases. Si se apoderan del Estado los más y éstos son gentes inanes, entonces reinará la demagogia y el Estado se convertirá con facilidad en una tiranía. Si, por el contrario, se apoderan de él los menos, entonces será el turno de la oligarquía, que mirará por sus intereses y empujará al conjunto hacia otra suerte de tiranía.

El legislador debería tener por todo esto en cuenta solamente la propiedad mediana, procurando que disminuya el poder de los menos y el número de los más, porque un régimen político se consolida solamente allí donde la clase media y su influencia son más amplias que las otras dos clases juntas.

Obsérvese que en nuestros días han abominado de las clases medias todos los movimientos políticos que se han inclinado por los métodos violentos: nacionalsocialistas, comunistas, falangistas, etc.

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Acerca de Emiliano Fernández Rueda

Doctor en Filosofía por la Universidad complutense de Madrid. Profesor de filosofía en varios centros de Bachillerato y Universidad. Autor de libros de la misma materia y numerosos artículos.
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