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Archivo mensual: septiembre 2012
Cierre de bibliotecas
No es fácil exagerar lo que significa la pérdida de un libro. No se trata de su pérdida física. Un libro se ha perdido cuando reposa en un estante durante largo tiempo sin ser leído. El profesor que abre por primera vez las hojas de uno que fue comprado en su departamento cincuenta años atrás puede aceptar que ha estado perdido durante esos años. La pérdida no se produce en el inventario del instituto, sino en el entendimiento de quien podría haberlo leído y no lo ha hecho. Esa pérdida es irreparable.
En nuestra civilización el libro es una pieza fundamental. No el actual de papel. El papiro, el pergamino, la piel, el papel o el soporte informático son lo de menos. Su importancia reside en ser tecnología del intelecto. Hoy tenemos matemáticas, filosofía, teología, etc., porque tenemos letras impresas en negro sobre blanco desde hace más de dos mil años. Incluso tenemos historia por eso mismo, pues la historia no se refiere a las cosas que pasan, lo cual sucede en todas partes, sino a la reconstrucción de algunas de ellas que se juzgan más significativas. Eso no podría darse si no hubiera libros. Por eso hay pueblos sin historia, como los arunta, los yanomami, los vascos, etc., -los vascos tienen historia en cuanto españoles; en cuanto vascos, sea lo que sea lo que esto quiere decir, tienen solo mitos falsos- porque no poseen textos escritos que, mediante la confrontación entre ellos, atestigüen la existencia de un pasado cierto a los hombres del presente. En su lugar no tienen otra opción que poner algunos mitos e invenciones de hombres posteriores, que las proyectan hacia atrás.
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Publicado en Filosofía práctica
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Impuestos y tiranía
Piensan muchos que el gobernante no debería tener obstáculo alguno ante sí a la hora de poner impuestos y gabelas al pueblo. De ellos, unos lo han defendido con mucha fuerza cuando ha gobernado su sección, como sucedió en la época de Rusia soviética y sucede ahora todavía en algunos otros lugares, como Cuba. Otros, que hacen gala de defensa de la democracia, aducen que es requisito necesario el convocar Cortes. Y todos ponen por delante ideales como el de la justicia social, sin que ninguno sepa decir en qué consiste, y la función social de la propiedad, recogido este último en la Constitución del 78, que tampoco saben lo que es, si es que hay algo que saber aquí.
A lo de convocar el Parlamento para obtener de él su aprobación, pretendiendo así haberla obtenido del pueblo que ha de pechar con los gravámenes, habría que responder aquello que dejó escrito Juan de Mariana en su Sobre la moneda de vellón, cap. II, es a saber:
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Publicado en Filosofía práctica, Política
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La movilidad estudiantil
La palabra “Universidad” resuena ahora a dobles titulaciones, estudio de idiomas nuevos como el alemán y el chino, a los masters, Erasmus, etc. Todo lo cual tiene que ver con la economía, no entendida como el mundo de las altas finanzas, los negocios, la especulación, etc., ni siquiera como administración de la hacienda, según la entendía Aristóteles, sino como la necesidad de organizar la propia vida con vistas a un futuro digno, lo que difícilmente se logra sin asegurarse unos ingresos suficientes. La necesidad de labrarse un futuro en que uno dependa ante todo de sí mismo es una necesidad económica ante todo. Y su satisfacción es una de las cosas más meritorias que pueden alcanzarse.
Lo que no es posible si no se cuenta con las circunstancias del medio y el momento. En el medio abundan las posibilidades. Un joven puede hallarse con la de ser novio de una chica de la que se ha enamorado. También se hallará con la de ir a la Universidad. Podrá parecerle que es más determinante la primera, pero tal vez se esté engañando, porque de la chica se podrá separar si lo ve conveniente, pero de la profesión que elija es casi seguro que no podrá separarse nunca. Eso es algo que no puede arreglar ningún Zapatero con una ley de divorcio exprés.
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Publicado en Ética, Filosofía práctica
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La propiedad del súbdito
Dice Juan de Mariana en su Tratado de la moneda de vellón (en Obras del padre Juan de Mariana, tomo II, M. Rivadeneira, Madrid, 1854, páginas 577-591) que la ralea de hombres más perjudicial que hay en el mundo y la que más abunda en la cercanía del poderoso es la que trata de extender el poder de éste. Pero que el poderoso se engaña si se deja convencer por tales sujetos, porque, consistiendo su grandeza solo en “la salud pública y particular de los pueblos”, debido a que el mando es como la virtud, que tiene un exceso y un defecto y deja de ser buena tanto en un extremo como en el otro. Y así como es saludable llevarse alimentos a la boca cuando es menester, pero es sumamente insalubre comer en demasía, así también es bueno ejercer el mando con prudencia y es malo acumular más del que conviene, pues entonces el rey se hace tirano y su gobierno no solo se hace malo y odioso, sino sobre todo débil y poco duradero, pues concita contra sí la enemistad de sus vasallos, contra la que no hay fuerza que valga si se alza contra él.
No debe, pues, el rey, por mucho que se lo barboteen al oído sus aduladores, pensar que es suya la propiedad de los súbditos. Tome de ella lo necesario para la salvaguarda y protección de éstos así en la guerra como en la paz, tanto en asuntos de milicia como de comercio o administración de las haciendas privadas. Pero no tome más de lo necesario para estos fines sin el consentimiento del pueblo si no quiere horadar la base en que se sustenta el reinado. A la verdad, tampoco debe tomar lo necesario para los fines antedichos si el pueblo no lo consiente.
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Publicado en Filosofía práctica, Política
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