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Archivo mensual: enero 2013
Analogía del ser
Algunas cosas son lo mismo en número. Si se pregunta quién es este hombre y se responde que Sócrates, entonces este hombre y Sócrates son la misma cosa. Otras son distintas en número, pero son lo mismo en especie. Si … Sigue leyendo →
División de las causas II
Una causa puede ser también simple o compuesta. Puede ser simple tanto si es causa por sí como si lo es por accidente. Cobrar impuestos es algo que puede hacer un funcionario de la hacienda pública o el poeta y ambos hacerlo como causa única, a pesar de que uno es por sí y el otro por accidente. En ambas situaciones se da la causa sin adición de otra cosa, como hizo notar Avicena. La causa será compuesta cuando sea necesario que concurran varias cosas en ella, como los bueyes cuando tiran del arado o de la carreta.
Por último, unas causas están en acto y otras en potencia. Lo primero sucede cuando el poeta ha escrito un soneto o del mármol se ha hecho una estatua, pues el soneto y la estatua están en acto. Lo segundo cuando todavía no existe el efecto, pero puede existir, como en el caso del poeta que no ha acabado aún su soneto o del bloque de mármol del que todavía no se ha extraído la estatua.
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División de las causas I
Cada una de las causas puede dividirse de varias maneras. Una es la división según lo próximo y lo remoto y otra según lo principal y lo secundario. El arte del médico es causa principal de la salud y el médico que lo aplica es causa secundaria de lo mismo, pero el médico es causa anterior y el arte posterior. Viene a se lo mismo entonces decir causa próxima que posterior y remota que anterior. Estas dos divisiones significan, pues, lo mismo.
Por otro lado, se llama causa remota a la que es más universal y próxima a la más específica y así se dice que la forma de la definición de hombre, que es animal racional mortal, es más próxima que animal, y que el ser sustancia es más remota. Es así porque las formas superiores lo son de las inferiores. Con respecto a la materia sucede algo similar, pues la materia próxima de la estatua es el mármol y la remota el cuerpo.
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Unión de las causas
El fuego es causa eficiente porque produce fuego, formal porque al hacer que algo arda lo que hace es que pase de potencia a acto y final porque el agente actuó con la intención de tener fuego. Las tres causas se unen en una sola.
La última de éstas, el fin, puede ser fin de la operación o de la cosa operada, pues el fuego es por un lado el fin que se propuso el agente, pero dar calor es el fin del fuego. Por otro lado, el fin de la operación puede ser a veces lo mismo que la causa eficiente y la formal cuando lo que se produce es algo de igual especie, como cuando el grado de trigo produce una espiga.
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Tiempo y necesidad
Toda causa es, en cuanto causa, antes que su efecto. Ahora bien, el ser antes se puede entender desde la aparición en el ser y el tiempo o desde la sustancia y su complemento. Como toda cosa natural procede desde el hacerse algo hasta el ser algo, es decir, desde lo incompleto hasta lo completo, es antes el hacerse algo en el tiempo y en el nacimiento, pero el ser algo ya es antes en la sustancia y su complemento. Así, es antes el niño que el hombre en el tiempo, pero en la sustancia el hombre es antes. Estos sentidos los refirió Aristóteles en XVI, De animalibus.
También la materia es antes que la forma en el tiempo, pero la forma es antes en la sustancia y la perfección. Y lo mismo pasa con lo eficiente con respecto al fin, pues en el tiempo es antes lo eficiente y, dado que su acción se cumple por medio del fin, éste es antes. Luego la causa material y la eficiente son antes en el tiempo y en el aparecer en el ser, pero la formal y la final lo son en la perfección.
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La causa final
El pan procede de la harina como de su causa material, es hecho por el panadero como de su causa eficiente, y es para el hombre, según dice Hesiodo en dos ocasiones al menos:
«Y Zeus llamó a ésta mujer Pandora, porque todos los Dioses de las moradas olímpicas le dieron algún don, que se convirtiera en daño de los hombres que se alimentan de pan». (Los trabajos y los días, libro I)
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Sobre los elementos
A todos estos conceptos es preciso añadir el de elemento, que es, según Metafísica, V, aquella causa material de la que no hay composición anterior. No se dice, en efecto, que la rama sea elemento del árbol, porque la rama es un compuesto de otras cosas. Pero la tierra, el aire, el agua y el fuego sí son elementos, porque no se componen de otras cosas, sino que ellos son componentes de todas ellas.
Por esto da Aristóteles su definición de elemento como sigue:
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Principio y causa
Los textos principales que Aristóteles dedica a hablar de las causas y los principios son los libros V y XI de su Metafísica y los I y II de su Física.
En Metafísica, I, dice que el principio y la causa son convertibles, como convertibles son la unidad y el ser, pues decir ser es decir uno y decir uno es decir ser. Sin embargo, la idea de causa parece añadir algo a la de principio. El panadero es causa del pan. También es principio suyo, porque en su acción se origina el pan. Algo semejante sucede cuando una cosa pasa de tener un color a tener otro, pero también algo diferente, pues, aunque el segundo color tiene su principio en el primero, no tiene en él su causa. Por esto no se dice que si una cosa ha pasado de ser negra a ser blanca la causa de lo blanco está en lo negro, porque la causa solo es causa cuando de su ser se sigue otro, como del fuego se sigue el calor.
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Las cuatro causas
En fichas pasadas han quedado descritos los tres principios del cambio: la materia, la forma y la privación. No basta, sin embargo, con ellos para entender el movimiento, porque lo que es materia para algo y está privado de ello no se convierte en algo por sí solo. La harina no se hace pan ella misma y hay necesidad de un agente externo para que eso suceda. Hace falta algo o alguien que obre sobre la materia para que adquiera un ser y debe obrar sobre el hacerse, no sobre el ser mismo.
Además de este elemento agente externo, debe haber otro, que es aquello a que tienden todo movimiento y toda generación, si es verdad lo que dice Aristóteles en el libro II de la Física. Y que Aristóteles está en lo cierto lo dice Avicena aduciendo que a quienes objetan que el tender a un fin es propio solo de los seres capaces de deliberar y que los no capaces no pueden tender a él, hay que responder que el citarista no necesita deliberar en cada una de las percusiones que hace sobre las cuerdas de la cítara, que basta con que haya deliberado al principio para cumplir su fin, interpretar la melodía, y que si tuviera que deliberar a cada instante su interpretación de la misma sería mala. Luego no hay dificultad en admitir que el agente natural tiende a un fin sin deliberar. Basta con que en él haya una tendencia al mismo.
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Privación y materia prima
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