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Archivo mensual: diciembre 2012
Polibio de Megalópolis
Nació entre el 210 y el 200 a. C. Murió el 127. Entre el 190 y el 180 tomó parte en la defensa de Pérgamo, en la batalla de Magnesia y en la guerra contra los gálatas. Debió estar presente en la marcha de los jóvenes aqueos, bajo la guía de Licortas, pretor de la Liga, contra los mesenios, obligándoles a reconocer la supremacía de los aqueos.
Polibio era oriundo de Megalópolis, una ciudad de la Arcadia. Parece irónico que la mítica región de los poetas haya visto nacer en Polibio, un historiador y filósofo de la historia, a su hombre más sobresaliente. Era hijo de Licortas, que siempre mantuvo una política de neutralidad hacia Roma. Su escuela política fue de primera mano. Pero no solo sabía de política. Según consta por los escritos antiguos que hacen referencia a su persona, había estudiado música, el arte de la guerra, la medicina, la cirugía, la astronomía, la geometría, la geografía, además de conocer bien a Homero, Píndaro, Eurípides, Hesiodo, Herodoto, Tucídides, Jenofonte, etc.
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Publicado en Filosofías de (genitivas)
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Materia ex qua – materia in qua
De dos maneras puede darse una cosa: pudiendo ser y siendo ya de hecho o en acto. A lo primero se le llama tener la posibilidad de existir o estar en potencia, a lo segundo existir ya o estar en acto. Cualquiera de estas dos maneras de darse algo cosa puede entenderse como perteneciente a la sustancia misma de la cosa o bien como siendo algo accidental. No es lo mismo, en efecto, que Aristóteles sea sea hombre o que sea filósofo.
Publicado en Filosofía teórica, Ontología
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Las hijas paren a las madres
El mañana es oscuro como la noche. No es posible decir nada sobre él con conocimiento cierto. Tampoco se puede decir gran cosa del pasado; solo un poco de aquellos hechos que hayan dejado estela sobre la superficie de la mar. Los que no la han dejado no están ante la mirada del navegante y no forman parte del pasado para él. Ello no significa que su mirada no sea objetiva. Todo lo contrario, pues tiene ante ella lo que en el transcurso del tiempo es resultado. Lo demás no cuenta ni puede contar. Si trata de saber algo de ello es por el afán del polimatés, no del filósofo. No se pueden recorrer los documentos antiguos con afán turístico, para decir «yo he estado allí». ¿Qué interés tiene hacer algo así?
Publicado en Filosofías de (genitivas)
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D. Pedro Gómez de la Serna
Según informó la periodista Anabel Díaz en el periódico El país del sábado 6 de octubre de 2012, se produjo un duro debate sobre el derecho a la independencia de Cataluña en el Congreso de los diputados. El debate, no obstante, fue sobrio y correcto en las formas. El portavoz de la Comisión Constitucional del Congreso, Pedro Gómez de la Serna, diputado por Segovia, sucesor de un ilustre jurista del mismo nombre, respondió en nombre del Partido Popular al portavoz de ERC, Alfred Bosch, que pedía al Parlamento español la restitución a Cataluña de la soberanía que se le había arrebatado por el Decreto de Nueva Planta promulgado por Felipe V en 1715. El Sr. Bosch afirmó que la supuesta nación catalana había tenido hasta entonces “plena subjetividad jurídica internacional y ejercía plenamente su soberanía”, una tesis que fue rechazada por todos los grupos, salvo, como es natural, CiU y PNV, grupos a los que no debe importar mucho faltar a la verdad.
Publicado en Filosofía práctica, Política
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Promesa de futuro
“Vivir no importa. Lo que importa es navegar”, decía un refrán de la Grecia antigua. En un escrito de Platón consta que hay tres clases de hombres: los vivos, los muertos y los que van sobre la mar. La pasión de navegar arrastraba a los individuos de aquel pequeño pueblo antiguo. De ella están tomadas muchas metáforas que hoy hallamos en sus libros. No parecerá demasiado pretencioso que hoy haga yo uso de una comparación semejante para mostrar lo que es la historia, una dedicación que ellos apenas cultivaron, y cuando lo hicieron no fue por el afán de conocer el futuro.
Hay que imaginar un barco que navega de noche, no lleva luz alguna en su proa y sí en su popa, de manera que el marinero que está de guardia en esta parte no ve nada cuando mira hacia adelante y solo un poco y con esfuerzo cuando mira hacia atrás. La linterna de popa arroja un haz de luz débil e imprecisa, pero a veces suficiente para que el marinero se haga una idea del rumbo que lleva el barco. Sin embargo, casi nunca le sirve de mucho, porque la mar se altera con excesiva frecuencia, la nave cabecea a menudo y cambia muchas veces su dirección de manera imprevista, de manera que la estela que va dejando apenas sirve para saber por dónde ha pasado el barco y, desde luego, no para adivinar por donde irá. Para mayor confusión, hay ocasiones en que no llega a dibujarse estela alguna, de manera que entonces ni siquiera le es dado saber lo que ha sucedido antes del momento justo en que se halla y no puede hacer más que conjeturas y trazar posibles derrotas en su imaginación o bien echar mano de mitos y leyendas que él sabe que un hombre sensato no debe nunca tomar en serio.
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Publicado en Filosofías de (genitivas)
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