Archivo mensual: marzo 2012

Sobre la huelga general en España y Rusia

La primera república española
De “ignominiosa insurrección” fue calificada la sucesión de actos que condujo a la proclamación de la primera república española, según Engels. Una proclamación que se produjo el día 8 de junio de 1873, después de que el “primer rey huelguista de la historia, Amadeo de Saboya, harto de la corona de España, abdicara de ella y abandonara el país”.
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Eratóstenes de Cirene y Cristóbal Colón

El descubrimiento de que la Tierra es un mundo pequeño se llevó a cabo como tantos otros importantes descubrimientos humanos en el antiguo Oriente próximo, en una época que algunos humanos llaman siglo tercero a. de C., en la mayor … Sigue leyendo

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Eratóstenes de Cirene

El modelo deductivo de ciencia apareció en Grecia cuando ya había escritura y escuelas del saber. Éstas disputaban entre sí de paso que intercambiaban conocimientos, lo que les obligaba a dotar a sus conceptos de una estructuración rigurosa. En esta acepción de ciencia se exige, como es sabido, que el hecho que ha de ser explicado, el explicandum, lo sea mediante una demostración que tenga la forma de una prueba lógica formal, para lo que es preciso que la ciencia consista en un sistema de principios necesarios de los cuales derivar conclusiones igualmente necesarias.
Un caso que se ajusta a este modelo fue la demostración de la longitud del perímetro terrestre por Eratóstenes de Cirene (276-194 a. C.), una demostración transmitida luego por el Medievo hasta el Renacimiento. Entonces la conocieron Toscanelli, los geógrafos portugueses y españoles, Colón, etc.
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Resurrección del cuerpo

Resucitar es levantarse un cuerpo animal caído y corrompido. Es ser promovido a algo más alto. Con la resurrección de Cristo resucitó en primer lugar para nosotros la esperanza en la inmortalidad. La certeza de la fe es la única que enseña que el hecho de que Cristo viva es una señal clara de que yo seré levantado de la tierra en el último día. Esta esperanza está fijada en los pliegues más íntimos del alma del creyente.
Es un alma que tiene por eso motivos más que sobrados para librarse del miedo a la muerte, debido a que su Salvador murió por ella. Siendo fuente de vida para todas las cosas, murió su vida humana, adquirida por propia voluntad, sin que por ello se secara la fuente de la vida. Su muerte destruyó la nuestra de un modo parecido a como el que sufre castigo por un ser querido libra a éste del castigo.
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La filosofía como esclava de la teología

4. La primera solución del problema (relación del pensamiento con la realidad) ofrecida por la Edad Media fue la que se conoce como «realismo exagerado». El que ésa fuera cronológicamente la primera solución resulta manifiesto por el hecho de que … Sigue leyendo

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Esclava de la teología

Decir que la filosofía debe ser esclava de la teología es decir que el raciocinio debe estar supeditado a las verdades de la fe, pero no se entiende cómo podría suceder una cosa así. No obstante, ese apotegma no ha sido nunca una doctrina extendida y aceptada por los teólogos mismos. El aforismo apareció por primera vez en el siglo XI cuando Roscelino, llevado por su doctrina de que los universales no tienen realidad alguna, sino que son meros soplos (flatus vocis), pareció a algunos que caía en el error triteísta porque habría afirmado que las tres Personas de la Santísima Trinidad son en realidad tres dioses, debido a que todo ser existente o bien es un individuo o bien es nada. El aquel tiempo el cetro de la filosofía estaba en manos de los que a sí mismos se llamaban dialécticos, unos filósofos cuya razón, según decía san Anselmo, se halla tan embargada por la imaginación que no son capaces de contemplar seres inteligibles. Uno de aquellos “herejes dialécticos”, era Roscelino, que decía, por ejemplo, que la idea de que un todo consta de partes no tiene sentido, porque la realidad se compone solo de cosas individuales. Lo cual no es en verdad algo indefendible si lo que quería decir es que la idea del todo es un concepto que se halla en la mente y que en la realidad solo hay seres particulares. Pero no es fácil dilucidarlo, pues las doctrinas de Roscelino se conocen hoy por referencias de otros autores. Lo que sí se sabe es que aquellos sofistas, o dialécticos peripatéticos, viajaban de un centro de estudios a otro alardeando de juegos florales silogísticos y faltando a la autoridad en cuanto se les presentaba la ocasión. Más de uno se burló incluso del principio de contradicción. Sus alardes no habrían pasado de ser molestos y desde luego habrían sido inofensivos si se hubieran limitado a la dialéctica y no hubieran hecho alguna que otra incursión en el terreno de la teología. Entre ellos se contaban Anselmo el Peripatético de Parma y Berangario de Tours. Este último mantuvo que los accidentes no pueden darse sin la sustancia y que por ello la transustanciación que se opera en la Santa Misa no puede tener lugar. San Pedro Damián, molesto por estas transgresiones, declaró, no sin razón, que la dialéctica era un entretenimiento vano de gente ociosa y superficial, un saber superfluo. Otloh de St. Emmeran se quejó también de que algunos creían más en Boecio que en la Biblia. Pedro Damián, aunque en sus escritos y sermones tenía que hacer uso de la dialéctica, veía que ésta estaba más pendiente de las cosas mundanas que de la salvación del alma. Por eso sentía que su utilidad tiene que ser subsidiaria, no solo porque la fuerza de los dogmas procede de una fuente superior, sino porque los mismos principios supremos de la razón tienen muy escaso valor y pueden carecer de toda utilidad en teología. Eso le llevó a caer en contradicción, como al decir que Dios puede hacer que un hecho del pasado no haya sucedido. Incluso pensó que si una verdad de fe es contraria al principio de contradicción, tanto peor para ese principio. La razón, la filosofía, concluyó, tienen que ser velut ancilla dominae (como una esclava para su señora) La idea fue también utilizada por Gerardo de Czanad, en Hungría, donde fue obispo. Gerardo puso la sabiduría de los apóstoles sobre la de los filósofos y dio lugar a la forma definitiva del tópico al declarar que la segunda tiene que ser ancilla theologiae (esclava de la teología) Pero la idea no pasó de ser una convicción de un muy reducido grupo de teólogos, de individuos que apreciaban en poco el saber humano, pese a lo cual tenían que valerse de la dialéctica. Y, pese a todo cuanto se ha dicho, no es compatible con el sistema filosófico de Santo Tomás. En realidad, la síntesis tomista, así como otras grandes filosofías de los siglos siguientes, fueron herederas de las actividades de los dialécticos del XI y no de las tendencias místicas de hombres como san Pedro Damián y Gerardo de Czanard. (V. Copleston, F., Historia de la filosofía, 2. De san Agustín a Escoto, páginas 118-123) Sigue leyendo

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Las elecciones andaluzas

¡Ahora las elecciones andaluzas! Unos, los del PP, preconizan “El Cambio Andaluz”, así, con mayúsculas iniciales, obviando la escasa ortografía y el escaso sentido del lema. Un cambio puede ser a peor, pero no, ellos no lo creen así; cambiar es bueno, el cambio es guay del Paraguay. También dicen que va a haber una educación de calidad. No sé cómo. Y que van a salvar las pensiones de los mayores… ¡Si arrasaran la estructura autonómica de España, tal vez!
¿Y los del PSOE? De risa. Dicen que “Por el camino seguro”. ¿Más camino todavía? ¡Pero si ya llevan treinta años o más! El camino derecho y torcido son uno y el mismo camino ¿Es una burla o se lo creen? Debe ser lo segundo. Añaden además que “Para seguir avanzando en Andalucía necesitamos tu voto. El 25 de marzo, vota Pepe Griñán.” Avanzar, siempre avanzar, siempre adelante y siempre hacia arriba, sin que sepamos qué es subir y qué es andar hacia adelante.
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División territorial de España

El artículo 11 de la constitución de 1812 ordenaba “una división más conveniente del territorio español por una ley constitucional, luego que las circunstancias políticas de la Nación lo permitan”
Ese artículo ordenaba en realidad que se eliminaran las divisiones políticas y administrativas del Antiguo Régimen con el fin de garantizar la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos españoles. Como es sabido, las Cortes de Cádiz y la  Constitución promulgada por ellas fueron declaradas ilegales por Fernando VII el 4 de mayo de 1814, por lo que el imperativo del artículo 11 no pudo cumplirse. Hubo que esperar al trienio liberal, iniciado el 1 de enero de 1820, tras el levantamiento del coronel Rafael de Riego en las Cabezas de San Juan. Entonces pudo hacerse.
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La constitución de Bayona

Bien está conmemorar la Constitución de 1812, pensada, redactada, defendida y también combatida por españoles a los que movía ante todo su patriotismo. Pero vale la pena recordar que, según algunos, no fue la primera Constitución española. Ese mérito, que es en realidad una vergüenza, le corresponde a la de Bayona, denominada a veces Carta o Estatuto de Bayona. En la historiografía francesa recibe el nombre de Acta Constitucional de España. Fue promulgada el 7 de julio de 1808.
Después de los sucesos del 2 de mayo en Madrid, los indignos Carlos IV y su hijo Fernando habían entregado la corona española a Napoleón, que la dio a su vez a su hermano José, no sin procurar darle un aire de legitimidad a lo que era un robo. Ordenó a Murat que se las ingeniara para que la Junta Suprema pidiera al tal José Bonaparte que accediera a recibir la corona de España, cosa que Murat hizo, si bien de mala gana, pues aspiraba él mismo a ser rey de España. Preguntó a la corporación qué miembro de la familia Bonaparte sería mejor visto en el trono español. La respuesta fue digna, dadas las circunstancias: que no eran válidas las renuncias de Carlos y Fernando y que, en consecuencia, no existía el derecho de transferir a otro el cetro.
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El monopolio sindical

La exención de responsabilidad civil a los sindicatos viene de lejos. La Trade Dispute Act inglesa, de 1906, les otorgaba la irresponsabilidad por las faltas más graves, permitiéndoles gozar de un privilegio que no se concedía a ninguna persona física o jurídica.
Con ello no se ha estimulado nunca la lucha por la igualdad, sino por el privilegio. Schumpeter se quejaba ya en 1942 de que al no aplicar la ley a los piquetes se estaba dando cobertura legal a la amenaza de fuerza y exoneración de responsabilidad por los daños causados, lo que no era, en su opinión, otra cosa que admitir que los sindicatos pueden delinquir.
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La legitimidad sindical

Durante la etapa franquista el Estado español fue hostil a las asociaciones horizontales de clase y protegió a las verticales. En la etapa parlamentaria prohibe las verticales y protege y financia a las de clase hasta el punto de haberlas convertido en monopolios laborales que caen fuera de su control y es casi imposible destruirlos sin que el propio Estado democrático corra un grave riesgo.
Antes eran ilegales. Ahora no solo son legales sino que el prestigio que les otorgó la prohibición anterior les ha dado un aura tal de legitimidad que se han convertido en instituciones privilegiadas a las que se exime de la obligación de responder ante la ley como cualquier otra institución privada. Esto es un fracaso de la democracia.
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Ni ricos ni pobres

Dado que los potentados y los desheredados de la fortuna se temen unos a otros, es muy difícil, si no imposible, que tramen algo conjuntamente. Unos temen el yugo de los otros y desconfían entre sí. Por eso solo pueden estar de acuerdo en que gobierne la gente de en medio. Es lo que sucede cuando luchan dos partidos contrarios, que necesitan un árbitro que no pertenezca a uno ni al otro.
Muchos gobernantes han cometido el mismo error: dar demasiado poder a los ricos y engañar luego a los inferiores. Con ello solo han logrado un mal de un bien que no era verdadero. La ambición de los ricos es inagotable y es causa más corriente de la ruina de los Estados que la de los pobres.
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La mediana fortuna

Las razones mencionadas en las fichas dedicadas a las clases medias explican por qué en naciones donde está extendida la pobreza extrema en un lado y en el otro la extrema riqueza, escaseando la fortuna mediana, como sucede en algunas de Sudamérica, del mundo árabe, etc., se apodera del mando para sí sola la demagogia oligárquica.
La demagogia y la oligarquía eran dos gobiernos opuestos en la Antigüedad, pero en nuestros días parecen formar una sola unidad. Se debe esto o bien a que los demagogos toman el poder gracias a sus artimañas y luego se enriquecen con él o bien porque son los oligarcas quienes lo hacen y luego aprenden a ser demagogos. A nadie se le escapa que lo más frecuente es lo primero, aunque no faltan ejemplos de lo segundo. En todo caso, logran ser más duraderos de lo que había concedido Aristóteles a estos regímenes, pero, pese a todo, están amenazados de inestabilidad.
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Las correciones paternas

Hace unos días arrestó la Guardia Civil a los padres de una chica de 16 años por haberla castigado a no salir de casa un fin de semana. El cuerpo armado actuó cumpliendo alguna norma promulgada por la Administración de Andalucía y la propia Junta de esta región aprobó el hecho.
No habiéndose tratado de un castigo brutal ni humillante, sino de una corrección paterna usual, se pregunta uno qué es lo que persiguen la ley y la Junta de Andalucía para justificar tales cosas.
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La salvación del Estado

Es muy importante que no exista en un Estado ni una mayoría de pobres ni de ricos. Los segundos es casi imposible que sean mayoría, pero lo que quiere decirse es que no debe permitirse que tengan demasiada preponderancia. Las gentes de medianos recursos tienen sobre unos y otros la gran ventaja de no insurreccionarse nunca, en tanto que los ricos por mantener su posición o hacerla más elevada y los pobres por salir de ella, unos por no bajar y otros por subir, están siempre dispuestos a sublevarse.
La tranquilidad de los Estados, cuando la hay, se debe ante todo a las clases medias, o al menos ellas son ocasión de muy escasos disturbios. Cuando, como es el caso actual por las zozobras financieras, las gentes se dividen en dos facciones, la de los adinerados y la de los abandonados de la fortuna, la inestabilidad puede surgir por alguna de las dos causas mencionadas o por las dos a la vez.
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Ni opulentos ni indigentes

Es cosa cierta que el hombre que se ha criado con grandes comodidades no está preparado para obedecer a nadie. Tampoco para mandar, a no ser que lo haga con capricho y siguiendo el impulso de cada momento. Ha vivido con lujo y ahora no sabe hacer otra cosa que seguir en medio del lujo. Es vanidoso y altanero. Solo sabrá despreciar a aquellos sobre los que mande. Por esto no es bueno que haya una casta de individuos sobresalientes destinados a ejercer el poder de una nación. Hablaba con verdad el albañil americano que hizo saber a Max Weber su preferencia por los políticos ladrones de Estados Unidos en lugar de las clases de funcionarios superiores de Europa. Así al menos podían despreciarlos en lugar de ser despreciados por ellos.
Pero tampoco está hecho para las exigencias del mando y la obediencia el que ha nacido y se ha criado en la indigencia, porque la pobreza suele tener un efecto degradante sobre quien la padece, de modo que si obedece es como esclavo, sin altura de miras, y si manda es como déspota, sin condescencia alguna.
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Las clases medias

Para pensar en el Estado mejor no debe pensarse en el Estado ideal, ni en el Estado justo, el igualitario, el feliz, el perfecto, etc. No se debe tampoco esperar que existan esos buenos gobernantes adornados de virtudes que de ordinario están lejos de las que tiene el común de los mortales. Esos ensueños han sido fuente de graves disturbios y desgracias cuando se han querido poner en práctica.
El mejor Estado es aquel que se ajusta a la vida que a la mayoría de los ciudadanos es dado vivir, una vida que no sobrepase los dones de la naturaleza, no aspire a construirse sobre el aprovechamiento ajeno y procure no depender de nadie, excepto de uno mismo. Una vida sabia puesta al alcance de casi todos por las potencias de este mundo.
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Minoría y mayoría

Un gobierno bien ordenado no es una democracia ni una tiranía. La primera porque tiende con facilidad a convertirse en la segunda por la acción de los demagogos y la segunda porque apenas puede subsistir cuando perece el tirano. Dicho sea esto teniendo en cuenta que los gobiernos parlamentarios son democráticos solo de nombre. Esto no es una corrupción que padecieran, pues por muy poco avisado que se sea se comprenderá que el pueblo no puede gobernar en ningún caso. Él sería el gobernante y el súbdito y no habría diferencia alguna entre los ciudadanos desde el punto de vista del poder. Pero esto no es posible cuando la población excede de ciertos límites. Es muy dudoso que una democracia de todos gobernando a todos haya existido jamás. La de Atenas, que se pone a veces como modelo, no cumplió este requisito, pues la mayoría estaba compuesta por esclavos, mujeres, jóvenes y metecos que no tenían derechos políticos.
Luego un régimen bien ordenado no puede ser más que una combinación y equilibrio de fuerzas oligárquicas y democráticas, entendiendo por las primeras la tendencia de los más a asimilarse a los menos y la segunda la de los menos por permanecer distintos de los más. Los que esgrimen derechos que proceden de ambas fuerza tienen razón unas veces y otras no.
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