Corrupción política

 


El 13 de junio de 1918 dio Max Weber una conferencia sobre el significado del socialismo al círculo de oficiales del real e imperial ejército de Austria-Hungría. En ella desgranó las siguientes palabras sobre las preferencias políticas de un americano medio:


Sobre esto he hablado muchas veces con obreros americanos. El verdadero obrero americano yanqui ocupa un nivel muy alto en la escala de salarios y de capacitación. El salario de un obrero americano supera el de más de un profesor supernumerario de universidad. Son personas que han asimilado por completo las formas de la sociedad burguesa, que se presentan en público con chistera y acompañados de sus esposas —que quizá no tienen tantos modales o tanta elegancia como una «lady», pero que, por lo demás, se comportan exactamente igual que ella —, mientras que los emigrantes venidos de Europa fluyen hacia las capas inferiores de la sociedad. Cuando se me presentaba la ocasión de hablar con alguno de tales obreros yo solía decirle: no comprendo cómo os dejáis gobernar por la gente que os han puesto en esos cargos, pues como del sueldo que cobran tienen que entregar una parte en concepto de cuota al partido, y, como al cabo de cuatro años han de abandonar su cargo sin derecho a pensión, es lógico que procuren sacarle todo el jugo posible: ¿cómo, pues, os dejáis gobernar por ese grupo corrompido que os roba a ojos vistas centenares de millones? La respuesta típica que se me solía dar, y que con el permiso de ustedes quiero repetir ahora literalmente en toda su crudeza, era ésta: «Da lo mismo. Hay bastante dinero para ser robado y siempre quedará algo de sobra para que otros puedan ganar su parte —también nosotros —. Nosotros escupimos a esos professionals, a ecos funcionarios; los despreciamos. Pero si ocupara los cargos una clase con estudios y títulos, como ocurre entre vosotros, serían ellos entonces los que nos escupirían a nosotros.»

Eso era lo más decisivo para ellos: el miedo de que se creara un cuerpo de funcionarios tal como el que ya existe en Europa; una plantilla permanente de empleados públicos profesionalmente capacitados y especializados en las universidades.

 

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Acerca de Emiliano Fernández Rueda

Doctor en Filosofía por la Universidad complutense de Madrid. Profesor de filosofía en varios centros de Bachillerato y Universidad. Autor de libros de la misma materia y numerosos artículos.
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