Dos fuerzas políticas

En la mente de muchos debe perdurar la idea del sistema aristocrático como sistema que pone por encima de todo la virtud de los ciudadanos superiores, porque se sigue exigiendo a los poderosos que sean sabios, honrados, eminentes, capaces y diestros en el ejercicio del poder y porque ellos mismos hacen gala de esos dones. Se espera entonces que un régimen de democracia parlamentaria sea en realidad una aristocracia, un gobierno de los mejores y a la vez que éstos procedan del pueblo llano, lo que no es posible.

Si unos y otros justifican la situación de esta manera es porque no quieren reconocer que la realidad política actual no es otra cosa que el dominio de varias oligarquías de partido. El que pretenda entender las cosas como son no pondrá su esperanza en estas falsas ideas, sino que irá a las cosas mismas.

No debe esperarse un buen gobierno de estos o aquellos hombres, sino de las buenas leyes. Y aun esto no basta, pues podría haber leyes buenas y no serlo el gobierno. Es necesario además que sean obedecidas. Así pues, no basta ni la obediencia, porque se podría estar obedeciendo leyes estúpidas, ni las leyes buenas, porque podrían no estarse obedeciendo.

Dejando de lado el gobierno de los mejores como una ensoñación que a nada conduce, es preciso fijarse en cómo pueden hacerse buenas leyes y si el cuerpo político está dispuesto a obedecerlas. Por eso importa mucho comprobar que en todas partes se admite la supremacía del mayor número, por lo que la decisión tomada por la mayoría de los que componen el cuerpo político tiene siempre fuerza de ley.

La mayoría no puede estar compuesta más que por aquellos que, por un lado, defienden los derechos de los que tienen propiedades o disfrutan de un status social que les permite adquirirlas, y, por el otro, los que defienden los de aquellos otros que carecen de ellas, bien por su propia culpa o bien por circunstancias sobrevenidas. Estas son las fuerzas que debe tener en cuenta el observador de lo político.

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Acerca de Emiliano Fernández Rueda

Doctor en Filosofía por la Universidad complutense de Madrid. Profesor de filosofía en varios centros de Bachillerato y Universidad. Autor de libros de la misma materia y numerosos artículos.
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