El vil metal

Los que dicen odiar el dinero están casi siempre dispuestos a apoderarse de él por medios inmorales en vez de hacerlo con su propio esfuerzo y contando con las demás personas. Para el que ha logrado acumularlo porque ha pensado en sus hijos o en su vejez es algo honroso, casi sagrado. Si el gobernante mete sus manos en ese capital, como pretende hacer en estas fechas, con el fin de salir de una crisis económica, se comporta como el ladrón que penetra en la morada de un hombre honrado con violencia. Es incluso una canallada superior, pues, aparte de no dejar posibilidad alguna de defenderse, carga sobre la personalidad de su víctima los peores insultos. Es el colmo del cinismo: te roban y además te acusan de no ser solidario.

Para conseguir dinero y guardarlo hace falta ser virtuoso. Para apoderarse de él sin merecerlo o para despilfarrarlo es necesario no tener valentía ni sentido moral. Este tipo de sujetos son los que están obligados a pedir perdón por sus acciones, no el otro. Conviene apartarse de ellos. Llevan piel moralizante, pero son lobos depredadores. Hace muchos siglos que han aprendido a tender trampas para cazar a los buenos ciudadanos que estiman su dinero y a los que piden perdón por tenerlo. A unos les aligeran el bolsillo, a los otros les alivian de su culpa.

Se apoyan en la fuerza, sobre todo en la fuerza de la ley, y vampirizan a aquellos de quienes dependen.

Dice una fábula que un escorpión pidió a un tortuga que le permitiera subirse a su concha para atravesar el río y que la tortuga se negaba porque tenía miedo de que a mitad del trayecto la matara, pero que al fin cedió porque el escorpión argumentó que sería irracional hacerlo, pues entonces él mismo perecería ahogado. Sin embargo, cuando se hallaban en la mitad del río le clavó el aguijón.

-Pero esto es irracional –clamó la tortuga.

-No he podido evitarlo. Está en mi naturaleza –contestó el escorpión.

Está en la naturaleza de los individuos de doble moral el querer ser virtuosos sin esfuerzo, el tratar de convertirse en ladrones legales, el intentar apoderarse de la riqueza de las víctimas inermes. Hay que cuidarse de ellos.

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Acerca de Emiliano Fernández Rueda

Doctor en Filosofía por la Universidad complutense de Madrid. Profesor de filosofía en varios centros de Bachillerato y Universidad. Autor de libros de la misma materia y numerosos artículos.
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