Krugman: el mayor robo de la historia

El día 6 de marzo pasado Paul Krugman publicó un artículo de nombre “Trump Is Planning the Biggest Heist in History”, en que lanza una crítica severa y vehemente contra un supuesto proyecto de Donald Trump: la creación de una “reserva estratégica de criptomonedas”, que Krugman ve como un fraude colosal en ciernes.

El tono de alarma abre el artículo: en un contexto ya de por sí sombrío y turbulento, el economista se declara sorprendido de que apenas reciba atención atención mediática lo que, a su juicio, será el mayor robo de la historia moderna. A su entender, lo que está gestándose bajo el paraguas del proyecto trumpista de una «reserva estratégica de criptomonedas» no es otra cosa que un fraude monumental, una operación de estafa sistemática a gran escala, disfrazada de política económica.

Como antecedente, Krugman menciona un reciente y masivo robo cibernético: el saqueo de monedas Ethereum por valor de 1.500 millones de dólares, perpetrado contra la plataforma Bybit, con sede en Dubai. Se sospecha que detrás del ataque se encuentra el régimen norcoreano. A juicio del autor, este episodio ha merecido muy escasa atención de los medios por el hastío de los periodistas ante la proliferación constante de fraudes y delitos en el ámbito cripto, un sector donde la estafa parece haberse convertido en norma estructural.

Más adelante introduce el concepto de “rug pull” —»tirón de alfombra»— que designa una estafa típica del mundo cripto: se crea una moneda con apariencia prometedora, se estimula su compra entre pequeños inversores, y luego los promotores venden sus participaciones a precios altos, provocando el colapso del valor y dejando a los demás con activos sin valor.

Dos ejemplos ilustrativos de este fenómeno son:

El caso argentino del $Libra, una criptomoneda promocionada por el presidente Javier Milei, que atrajo inversiones masivas y terminó desplomándose tras el retiro oportuno de los inversores privilegiados, y el caso del $Trump coin, lanzado con gran fanfarria en enero. Esta criptomoneda, según Krugman, atrajo miles de millones de dólares de seguidores de Trump (simpatizantes MAGA), para luego perder más del 80% de su valor. Aunque se desconoce si la intención de los “grandes compradores” fue estafar o simplemente ganar influencia política, el efecto fue el mismo: miles de pequeños inversores quedaron arruinados.

El proyecto de una “reserva estratégica de criptomonedas” es, a juicio de Krugman, una versión institucionalizada y a gran escala del mismo esquema fraudulento. Imitando el modelo de la Reserva Estratégica de Petróleo, esta propuesta consistiría en utilizar dinero público para acumular criptomonedas. Sin embargo, Krugman denuncia que estas “reservas” no tienen ningún valor estratégico ni utilidad económica real: se trata, a fin de cuentas, de secuencias digitales fácilmente hackeables, volátiles y sin respaldo real.

Más aún, la única utilidad concreta que Krugman atribuye a las criptomonedas en el mundo real es su empleo en actividades ilegales: lavado de dinero, financiación del crimen organizado, pagos de rescates, etc. En este contexto, el autor se pregunta: ¿para qué destinar dinero de los contribuyentes a este tipo de activo, salvo que el objetivo sea precisamente encubrir prácticas corruptas o beneficiar a redes criminales?

Otro eje importante del análisis es la moneda Tether, una criptomoneda “estable” cuyo valor está vinculado al dólar. Tether, según Krugman, es la favorita de los criminales por su supuesta estabilidad. Su respaldo se basa en bonos del Tesoro estadounidense custodiados por Cantor Fitzgerald, cuyo antiguo CEO, Howard Lutnick, ha sido nombrado secretario de Comercio por Trump. Esta conexión le permite a Krugman insinuar un nexo preocupante entre intereses privados especulativos y la maquinaria estatal bajo la influencia del expresidente.

Krugman califica el proyecto del «crypto reserve» como un ejemplo de manual de “pump-and-dump” institucionalizado, es decir, una operación donde se inflan artificialmente los precios de un activo para que los inversores internos vendan con grandes ganancias antes del desplome. En este caso, dice Krugman, los especuladores no han hackeado ordenadores, sino han hackeado la Administración Trump, para inducirla a anunciar la compra de criptomonedas con fondos públicos, provocando un aumento en su precio… y permitiendo así a los iniciados lucrarse antes del inevitable colapso.

Krugman ironiza sobre las posibles funciones de esa reserva: ¿hacer pagos a mafias?, ¿sobornar a dictaduras?, ¿sostener el valor del dólar mediante activos que carecen de valor intrínseco? En cualquier caso, advierte de que si la confianza en el Estado estadounidense se desplomase al punto de tener que vender criptomonedas para financiarse, estaríamos ante un escenario catastrófico. Sería, en resumen, un suicidio económico.

Krugman concluye con una acusación rotunda: el gobierno de Trump se ha convertido en un régimen al servicio de los estafadores, en el que los pequeños ahorradores pierden y los grandes especuladores ganan, bajo la apariencia de iniciativas políticas patrióticas. La supuesta reserva estratégica no es más que una coartada para robar a los contribuyentes y transferir riqueza hacia los poderosos, disfrazando el fraude de visión de Estado.

Bajo la pluma de Krugman, la política económica de Trump aparece no como un proyecto ideológico ni como una estrategia racional, sino como una sucesión de engaños deliberados, diseñados para saquear los recursos públicos y premiar a una nueva élite de especuladores cripto. Su advertencia es clara: la mayor estafa de la historia puede estar en marcha, y lo está bajo el amparo de un gobierno que ha sido capturado por los intereses más turbios del capitalismo especulativo.

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Acerca de Emiliano Fernández Rueda

Doctor en Filosofía por la Universidad complutense de Madrid. Profesor de filosofía en varios centros de Bachillerato y Universidad. Autor de libros de la misma materia y numerosos artículos.
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