Límite del análisis

Las posiciones de izquierda nunca han sido las mismas a lo largo de la historia, pues han dependido de la zona en que en cada ocasión se librara la confrontación con las partes anatómicas de la sociedad política que no se dejaban disolver. Las pertenencias étnicas, gentilicias, nobiliarias, las agrupaciones de oficios, los estamentos, etc., no desaparecen por simple convocatoria. Es preciso reducirlas a la nada superando la fuerza que oponen. Una herramiento formidable para lograrlo fue la guillotina, otra las matanzas en masa a cañonazos. Entre los años 1793 y 1795 fueron empleadas en la liquidación de los átomos que, aun siendo hombres, no podían llegar al rango de ciudadanos por negarse a abandonar las partes anatómicas a que habían pertenecido siempre.

La actuación de estas maneras de convertir a los átomos humanos en partes del todo que entonces se estaba gestando fueron ciegas al principio, pues, siendo propias de la fase analítica, no puede fácilmente tener presente el carácter que debe revestir cada parte del todo. Al romper el jarrón se puede tener el cuidado de no destruir las señales del “orden y posición” que cada trozo resultante tiene en el conjunto o bien se puede romper en trozos tan diminutos como partículas de polvo y entonces se habrá prescindido del todo inmediato y se estará pensando tal vez en un todo universal, cósmico, etc.

En el proyecto original de la izquierda revolucionaria francesa estaba presente la intención de no detener el proceso de trituración de las partes anatómicas del Antiguo Régimen hasta llegar a los átomos humanos, hasta los hombres. De ello es una prueba explícita la Declaración de los Derechos del hombre y del Ciudadano votada el 27 de agosto de 1789, en la que se establecía que la Naturaleza ha hecho libres e iguales a todos los hombres:

Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano (26 de agosto de 1789)
… La Asamblea nacional reconoce y declara, en presencia del Ser Supremo y bajo sus auspicios, los siguientes derechos del hombre y del ciudadano:
Artículo primero.- Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común.
Artículo 2.- La finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Tales derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.
Artículo 4.- La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no perjudique a otro: por eso, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene otros límites que los que garantizan a los demás miembros de la sociedad el goce de estos mismos derechos. Tales límites sólo pueden ser determinados por la ley.

Como en la Teoría Cinética de los Gases se llega hasta átomos que son libres e iguales, así también en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano se llega al límite último de los hombres, que ya no serán franceses, sino simplemente hombres. El Todo de esta Declaración era la Humanidad Universal, no Francia. Más allá de ese límite no se podía ir.

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Acerca de Emiliano Fernández Rueda

Doctor en Filosofía por la Universidad complutense de Madrid. Profesor de filosofía en varios centros de Bachillerato y Universidad. Autor de libros de la misma materia y numerosos artículos.
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