Lo uno y lo múltiple son opuestos

Como el concepto de ser uno encierra el de ser indivisible y el de múltiple el estar dividido, hay que convenir en que son opuestos.

Ambos se oponen, en efecto, de varias maneras: igual que la medida a lo medido lo uno como principio del número a lo múltiple, que es número, e igual que lo indiviso a lo dividido el uno idéntico al ser a lo múltiple como privación.

1. Quizá se crea que, como entre realidades opuestas no se atribuye a una lo de otra, pero lo múltiple es en cierto modo uno, no son opuestos, pero no es así. Una privación no anula del todo el ser, sino que le quita algo, cosa que no sucede con la privación de formas especiales, como la ceguera o la negrura. Lo dicho del ser vale también de lo uno y lo bueno: la privación de lo bueno se fundamenta en algún bien y la de lo uno en alguna unidad. Por eso es en cierto modo uno lo múltiple y bueno lo malo. Pero solo en cierto modo (secundum quid), porque en cuanto realidades opuestas es malo en absoluto (simpliciter) lo que lo es en cierto modo (secundum quid), y es uno en absoluto lo que lo es en cierto modo.

2. De modo parecido, se pensará tal vez que entre realidades opuestas el compuesto de una no entra en el de la otra y que, dado que el uno entra en lo múltiple, no son opuestos, pero es también un error, pues hay dos clases de totalidad, una homogénea, que, como el agua, consta de partes de la misma naturaleza, y otra heterogénea, compuesta de partes cuya naturaleza no es la del todo, como la casa. Esta última es lo múltiple, compuesto de unidades. Pero estas unidades no componen lo múltiple por ser unidades, es decir, por ser indivisas, que es como lo uno se opone a lo múltiple, sino por ser entidades: las partes hacen la casa por ser cuerpos, no por ser casas.

3. Como tampoco es cierto que, dado que lo mucho se opone a lo poco y lo uno a lo uno, éste no se opone a lo múltiple, pues lo múltiple puede entenderse de manera absoluta, y entonces se opone a lo uno, o en cuanto contiene un exceso, y entonces se opone a lo poco. Por lo primero, dos son ya muchos, pero no por lo segundo.

4. Hay quien dice que si lo uno se opone a lo múltiple será como se opone lo indiviso a lo dividido, y será entonces como la privación al haber, pero que esto es incongruente, porque el uno seguiría a lo múltiple y se definiría por él, cuando es al revés; luego para no caer en un progreso indefinido, hay que aceptar que lo uno y lo múltiple no son opuestos. Este razonamiento es erróneo. Si el uno se opone a lo múltiple por privación es porque el concepto de muchos implica división. De ahí que la división esté antes en la unidad, no en absoluto, sino en nuestra aprehensión, pues captamos lo simple por lo compuesto: definimos el punto como lo que no tiene partes. Pero también captamos conceptualmente lo múltiple por lo uno, pues no pensamos las cosas indivisas como algo múltiple, sino que les atribuimos unidad. El uno entra en la definición de lo múltiple, pero no al revés, lo múltiple en la de lo uno. Lo primero que concebimos es el ser. La división la entendemos como negación suya: pensamos primero el ser, luego que este ser no es aquel (la división), luego la unidad del ente, luego lo múltiple.

(Vid. Tomás de Aquino, Summa theologiae, q. 11, a. 2)

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Acerca de Emiliano Fernández Rueda

Doctor en Filosofía por la Universidad complutense de Madrid. Profesor de filosofía en varios centros de Bachillerato y Universidad. Autor de libros de la misma materia y numerosos artículos.
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