Pelagianismo político

La tesis sobre la bondad natural del hombre continúa uno de los frentes abiertos en la disputa teológica sobre el pecado original. Su representante más conocido es Rousseau, ue debe considerarse un pelagiano. El monje britano Pelagio, como es sabido, estaba convencido de que el hombre nace sin pecado original y así lo predicó con notable éxito. San Agustín le opuso la tesis del libre albedrío. Mucho tiempo más tarde Lutero se apoyó en San Agustín para defender la esencial corrupción de la naturaleza humana.

Atribuyendo bondad innata al hombre, Rousseau militó contra San Agustín, Hobbes, Lutero, Maquiavelo, Locke, el protestantismo y el catolicismo. Puso el bien en la naturaleza humana y el mal en las estructuras sociales, sobre todo en la propiedad. Luego si éstas se suprimieran emergería el hombre tal como es, puro e inocente. Hay, pues, que liberarlo de la tradición cristiana, de la armonización de los intereses en el juego de la economía, de los mercados, de la propiedad, de lo político, etc. Esta es la idea matriz de todos los socialismos, lo que sería suficiente para calificarlos también de pelagianos.

Y si no es posible desembarazarse de las instituciones sociales entonces queda la opción de apoderarse del Estado y tratar de mejorar a la especie mediante acondicionamiento legal hasta que emerja el hombre nuevo, progresado y socialdemócrata. Hasta un pueblo de demonios, siempre que tengan entendimiento, decía Kant, puede recorrer la senda del bien si el Estado lo dirige, a condición de que sus dirigentes no sean ignorantes.

Y así es como el Estado de Derecho se trueca por el Estado Moralizador.

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Acerca de Emiliano Fernández Rueda

Doctor en Filosofía por la Universidad complutense de Madrid. Profesor de filosofía en varios centros de Bachillerato y Universidad. Autor de libros de la misma materia y numerosos artículos.
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