Constitución política

Una muchedumbre cualquiera no es una comunidad de ciudadanos. Tampoco un clan, una tribu, una nación étnica o cualquier otro agregado humano que reclame un progenitor común, sea real o ficticio. Una comunidad de ciudadanos, una nación política, no se identifica siquiera con el territorio que habitan sus miembros, sino con la continuidad en el tiempo otorgada por la seguridad de formar parte de un conjunto al que pertenecen por igual los hombres del presente, los que ya murieron y los que habrán de nacer más tarde. Todos ellos contribuyen en una medida u otra a la construcción de un todo que consta de artes, ciencias, derecho, religión y moralidad. La participación en esta obra y el disfrute de la misma es lo que hace que un hombre sea ciudadano y tenga la oportunidad de ser un hombre completo y realizado.

El hecho de que esta obra, en la que consiste verdaderamente la nación política, haya existido durante muchos siglos bajo diferentes gobiernos es una prueba suficiente de su vigor. Esto solo debería bastar para comprender que no puede haber brotado de una decisión ocasional, por más multitudinaria que haya podido ser, y que no pertenece al orden de lo artificial, sino al de lo natural, pues hunde sus raíces en la naturaleza propia de las cosas humanas. Ahí reside su orden propio. Esto es la constitución natural.

Lo que llamamos habitualmente constitución es una ley promulgada por un grupo particular de individuos que viven en un presente dado. La de 1.812 y todas las que vinieron después hasta la de 1.978 pertenecen a esta clase. Son leyes cuya relación con la constitución natural se parece a la relación que guarda un libro de gramática con el idioma hablado en que serán tanto más verdaderas cuanto mejor reflejen el orden y estructura de la nación política, es decir, cuanto mejor recojan en su articulado ese todo constituido por las artes, las ciencias, el derecho, la religión y la moralidad que cultivaron nuestros mayores, disfrutamos nosotros hoy y heredarán nuestros sucesores.

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Acerca de Emiliano Fernández Rueda

Doctor en Filosofía por la Universidad complutense de Madrid. Profesor de filosofía en varios centros de Bachillerato y Universidad. Autor de libros de la misma materia y numerosos artículos.
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