Etarras y mediadores

En el artículo 1, 2 de la Convención de Ginebra por la Prevención y la Represión del terrorismo de 16 de noviembre de 1937 y en la Declaración de la ONU del 18 de diciembre de 1972 se entiende por actos de terrorismo los “hechos criminales dirigidos contra un Estado con el objetivo o naturaleza de provocar el terror contra personalidades determinadas, grupo de personas o en el público». Tales hechos deben ser perseguidos incluso en los conflictos armados, guerras o actos de guerrilla de los que se distingue el terrorismo. La guerra o la guerrilla pueden ser justificables en alguna ocasión por causa de legítima defensa, pero nunca el terrorismo, que amenaza a todos y a todos declara culpables de aquello por lo que dice luchar.

Estos últimos días se reunieron en una localidad de España, país que lleva más de cuarenta años sufriendo el zarpazo de un grupo terrorista, Kofi Annan, ex secretario general de la ONU1, Gro Harlem Bruntland, ex primera ministra de Noruega, Gerry Adams, jefe del Sinn Fein, Pierre Joxe, exministro francés de Interior y Defensa, y Jonathan Powell, jefe de gabinete de Tony Blair, para reclamar a ETA el “cese definitivo” de la violencia. No por casualidad esta banda de terroristas ha utilizado esta misma expresión en su comunicado. El grupo citado apoyó además que negociase con el gobierno las “consecuencias del conflicto”. Así lo ha exigido también la banda, pretendiendo negociar también con el Estado francés sus condiciones.

Si el grupo encabezado por el anterior secretario general de la ONU piensa que la ETA es un grupo terrorista, ¿por qué no pide su disolución sin condiciones en atención a la Convención de Ginebra y a la declaración de la ONU mencionadas? Y si piensa que es un grupo que mantiene una lucha armada, sea de guerra o de guerrilla, contra un Estado, ¿por qué no pide que se juzgue a sus componentes por crímenes de guerra, por captura y asesinato de rehenes, por matar a civiles, etc.?


 

Share

Acerca de Emiliano Fernández Rueda

Doctor en Filosofía por la Universidad complutense de Madrid. Profesor de filosofía en varios centros de Bachillerato y Universidad. Autor de libros de la misma materia y numerosos artículos.
Esta entrada fue publicada en Filosofía práctica, Política. Guarda el enlace permanente.