Las feministas

Habían pasado unos pocos días desde mi última visita a la cafetería de aquel hotel. Me senté a la mesa de siempre. A través de los cristales pude ver el almendro en flor, anuncio de una pronta primavera. En la mesa contigua estaban las dos damas. La que había hablado sobre el feminismo como una forma del resentimiento seguía aduciendo razones, ahora de tipo social y económico.

«Es fácil probar, decía, que el feminismo no es causa, sino efecto, en lo social y económico, de algo que las secuaces de esta ideología desconocen, seguramente de modo voluntario.

Se dice que la destrucción del lazo entre el placer sexual y la tenencia de hijos, que comenzó en la década de los cincuenta del siglo pasado, fue ocasionada directamente por la píldora anticonceptiva. Es verdad que su comercialización fue determinante, pero hay que matizar ese hecho. La píldora sólo entró en juego por la voluntad de las mujeres, y esa voluntad tuvo que ser motivada por algo. Si no hay un motivo, usted no puede siquiera levantarse de esa silla, porque no querrá hacerlo. Pero si algo le impulsa, su voluntad le hará a levantarse y nada, excepto una fuerza superior, le detendrá.

El motivo que impulsó a las mujeres a separar el sexo de la procreación, liberando así en gran medida a los hombres de sus obligaciones morales de atenderlas a ellas y a sus criaturas, fue el mercado laboral. Mientras la producción fue manufacturera, el trabajo fuera de casa era casi en exclusiva para los hombres, pero cuando fue de información y servicios, las mujeres fueron llamadas masivamente al trabajo, ocupando puestos de camareras, secretarias, maestras, médicos, etc. 

Esos trabajos femeninos fueron al principio de bajo nivel y escasa remuneración. ¿Por qué entonces los aceptaron? Parecerá una ironía, pero fue para reforzar la familia tradicional. Ésta había sido sostenida hasta entonces solamente por el padre, pero hubo que hacer frente al encarecimiento de los alimentos, la vivienda y la educación de los hijos. Estos precios se habían elevado con mucha mayor rapidez que los salarios masculinos. Fue entonces cuando los salarios de las mujeres adquirieron una importancia decisiva, porque contribuían a la estabilidad familiar.

El movimiento feminista llegó y se extendió más tarde, en la década de los setenta. Las mujeres quemaban sus sostenes y se manifestaban por la Quinta Avenida con pancartas que decían: “Mata una rata: no des esta noche la cena a tu marido”. Pero el feminismo no fue para aquellas mujeres una descripción realista de su situación, sino una racionalización secundaria de la misma, una justificación “moral” de la vida que les tocó vivir.

Cuando muchas de ellas subieron varios peldaños en la remuneración de su trabajo comprendieron que no tenían necesidad de soportar las durezas del matrimonio, del que pudieron prescindir porque ya no dependían de un marido para sostenerse económicamente. Incluso pudieron cuidar a sus hijos por sí mismas. Pero, dado que la educación se había encarecido, decidieron tener menos hijos. Muchas decidieron no tener ninguno, porque prefirieron su propia promoción social y económica a la crianza de niños.

Habría que añadir otras consideraciones, pero basta con observar las consecuencias que estamos viviendo en el presente: la mitad o más de los matrimonios acaban en divorcios, muchos divorciados vuelven a casarse y a divorciarse de nuevo, los encuentros sexuales ocasionales se han generalizado, la pornografía se ha extendido, se aceptan las parejas de homosexuales, lesbianas y otros géneros que aparecen sobre la marcha, etc. Cuando una sociedad permite estas conductas es porque se está desentendiendo de la tarea de reproducirse a sí misma. 

Además de esto, una gran cantidad de niños vive con uno solo de sus progenitores naturales o bien con uno que lo es y otro que no, apenas sabemos algo todavía de la convivencia de madres, madrastras, padres, padrastros, hermanos, hermanastros, hijos, hijastros y otras variantes; desconocemos qué lazos se están formando, qué obligaciones morales se están aceptando y cuáles se están rechazando. Sólo cuando pasen los años sabremos qué otras pautas nuevas de conducta se han creado, porque los humanos no saben vivir sin normas.

Desconocemos también, aunque no es difícil intuir algo, qué conflictos que suceden regularmente en el interior de esas nuevas agrupaciones familiares, etc. Tampoco sabemos con precisión qué consecuencias tiene sobre la actividad sexual de los adultos la abierta competición entre individuos por acaparar el mayor número de conquistas, pero sospecho que muchos, sobre todo varones mayores de cuarenta años, que han perdido su actractivo físico, tienen una vida erótica muy depauperada. Pienso en la multitud de viviendas individuales que existen en la actualidad y me digo que los seres que las habitan viven solos y duermen solos.»

Aquí se interrumpió el discurso de aquella dama. Además, yo debía ir a mis obligaciones. Procuré ordenar en mi mente lo que había oído, que es lo que aquí expongo.

Luego me dio por pensar en que Aristóteles puso entre las tres clases de motivos que impulsan al delito el deseo de obtener placer sin dolor y en que el remedio es, según el filósofo, la filosofía, a condición de que el placer buscado no precise el concurso de otros.

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Acerca de Emiliano Fernández Rueda

Doctor en Filosofía por la Universidad complutense de Madrid. Profesor de filosofía en varios centros de Bachillerato y Universidad. Autor de libros de la misma materia y numerosos artículos.
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4 respuestas a Las feministas

  1. RDC dijo:

    Hay más factores, al menos desde mir ver. La democracia es uno de los más importantes.

    La democracia no es un mero sistema político. Es una religión; la religión ilustrada.

    La democracia ha prohibido la segregación de roles ya desde la escuela en nombre de la igualdad y por tanto, eliminó la idea tradicional de que las niñas sean educadas para cuidar y ser cuidadas, mientras que los chicos sean educados para ganarse la vida, competir y, en fin, pelearse con el mundo.

    Es verdad que la escusa era que no dándoles educación académica a las mujeres se les privada de la alta cultura y de un futuro laboral. Pero eso era cuando el mundo académico era copado por una minoría social, con lo cual sus trabajos eran privilegiados. La democracia ha inflacionado el mercado académico como inflaciona todo cuanto toca. La demcoracia es, en esencia, la inflación de todos los valores e instituciones, es decir, una fuerza de distribución de fuerzas y recursos hasta que estas hacen CHofff.

    Ahora tenemos a la mayoría de chicas de 12 a 18 años fastididas por tener que estudiar materias que, claramente, no les aportan nada a su vida vital, diaria. Y muchas se someten a ellas a regañadientes bajo la promesa futura del mundo laboral y con ello, de una hipotética emancipación.

    Ahora la mujer ha sido arrojada al mundo, a tener que competir y luchar. Y esto no lo lleva nada bien, de ahí sus quejas continuas, sus pegas, sus victimismo recursivo…

    Las mujeres odian la objetividad, es más no les importa nada si ésta va contra sus sentimientos, emociones y deseos. Si ellas se sienten agotadas y que han trabajado mucho ES PORQUE HAN TRABAJADO MUCHO ¡Y punto! Aunque luego un análisis objetivo lo tumbe.

    Estamos un poco en este mundo loco. hemos sacado a este animal raro y exótico, llamado «mujer», de su hábito y confort a base de promesas y ahora la pobrecilla se ve en un mundo hostil de lucha, competición y de tener que ganar. Mientrastanto su cuerpo le pide otra forma de vida. Sin embargo ha sido adiestrada para no escuchar a su cuerpo. El poder de las ideas es fuerte.

    En fin, creo que es importante ir registrando lo que va sucediendo en este mundo loco nuestro para aprender.

  2. Emiliano Fernández dijo:

    Muy interesante.
    La implantación de la igualdad, en nombre de la santa democracia, ha sacado a las mujeres del hogar y les ha hecho entrar en la competencia del mercado.
    No estoy seguro, sin embargo, de que las mujeres sean ese ser extraño a que se refiere. En mi vida profesional he tenido compañeras fuertes, que se acoplaban a sus horarios de trabajo sin quejarse. Algunas procuraban aprovechar su situación para obtener alguna ventaja, pero en eso no había diferencias con algunos varones.
    Un saludo.

  3. RDC dijo:

    Tiene usted razón en el tema de generalizar. Entre las mujeres hay grandes diferencias, al igual que entre los hombres. Las más de las veces es tan absurdo querer igualar hombres y mujeres como hombres con hombres o mujeres con mujeres. Una chica de 20 años puede ser muy distinta a ella misma con 40. A nosotros mismos nos sucede lo mismo.

    Pero a grosso modo, y siendo injustos, vale decir que las mujeres son muy sufridas; no es raro entonces verlas como tienden a la comodidad y seguridad con mucha mejor frecuencia que los hombres. Lo necesitan emocionalmente. De hecho, les afectan mil cosas más que a nosotros y con motivo se ven incapaces de desconectar mentalmente de una cuestion que les afecte un poco.

    Por otro lado, no verás a mujeres ejerciendo trabajos duros, arriesgados e inseguros. Y si lo intentan, como en el caso de meterse a policias o bomberas por ejemplo, será por el salario y porque en el fondo ahí sólo ven al papáestado detrás ofreciéndoles un puesto de funcionariado; pero enseguida pedirán que se rebaje la dureza y la inseguridad del trabajo ¡O encontrarán mil injusticias para ellas! O buscaran quedarse en oficinas, bajo la protección de la calefacción y el aire acondicionado realizando trabajos completamente mecánicos y anodinos; o dando charlas.

    A mi me ha sorprendido apreciar como las mujeres son mucho más obedientes que los hombres, incluso llegando al fanatismo; eso sí, hay que saber tratarlas como tales. Y es que en el fondo son muy inseguras y temen tomar decisiones donde la responsabilidad recaiga a peso sobre ellas; pero les encanta tomar decisiones cuando no sienten el peso de la responsabildiad; por eso adoran a los hombres con poder 8o las instituciones con poder) y aspiran a que estos les proporcionen sus espaciosseguros para ellas hacer y deshacer a placer sin responsabildiad alguna. Sí, las mujeres son las grandes adoradoras del poder.

    Si uno sabe jugarles este doble juego se las gana rápido, porque no suelen ser muy listas, más allá de dominar instintivamente, y sin ellas darse cuenta, este arte del doble juego, de la simulación y disimulación constante. Y en esfecto, es precisamente este doblejuego lo que siempre nos ha confundido a los hombres respecto a como tratarlas.

    He visto como lo dicho lo saben muchos empresarios y con razón prefieren mujeres para muchos puestos de trabajo; y las saben trata como tales. Y les funciona de maravilla… pero yo qué sé.

  4. Emiliano Fernández dijo:

    En una cosa estoy de acuerdo: para decir que los hombres y las mujeres son iguales habría que pensar antes que los hombres son iguales entre sí, por un lado, y las mujeres asimismo iguales entre sí, por el otro. Después se podrían hacer comparaciones entre un grupo y otro. Pero no sucede así.
    Dicho eso, cabe suponer que hay casos en que las circunstancias en que han vivido hagan de unos u otras más proclives a ciertas conductas.
    Veo que no suele hacerse referencia nunca en los alegatos de las feministas a la obligada asistencia de los varones a los campos de batalla cuando ha habido guerra. La primera guerra mundial, por ejemplo, fue devastadora en muerte y sufrimiento. Lo fue en primer lugar para los hombres que tuvieron que luchar en las inmundas trincheras. De ahí surgió, según el director de las instituciones psiquiátricas alemanas después de la Segunda Guerra Mundial, la escasa o nula estima por la vida de las personas y los actos de crueldad inusitada (deportaciones, campos de exterminio, etc.) No es porque fueran de un sexo u otro, sino porque la situación de guerra los había hecho imnunes a la piedad.
    Un saludo.

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