Muchos individuos se llaman de izquierdas sin saber lo que dicen. Es corriente encontrar asociaciones, clubs, periódicos, cadenas de televisión, etc., que así se denominan a sí mismos sin que figure en parte alguna una exposición de sus directrices que lo justifiquen en función de alguna variable política. Todas estas corrientes y asociaciones o bien caen en fantasías y ensoñaciones o bien andan fuera de carril; del carril de la política, que tiene relación con el Estado, quiero decir; de ahí que G. Bueno les dé a unas el nombre de izquierda divagante y a las otras el de extravagante, habiendo todavía lugar para una tercera, la fundamentalista, de la que no se hablará por ahora. Las tres se identifican en función de variables no políticas, sino musicales, folclóricas, cinematográficas, teológicas, científicas, etc.
La izquierda extravagante es la que se da en el campo de las ciencias matemáticas, físicas y biológicas. Einstein se considera de izquierdas, Heisenberg de derecha, pese a que sus teorías físicas no tengan nada que ver con la izquierda o la derecha políticas. La izquierda de la física o la matemática no tienen nada que ver con lo político, aunque sus autores puedan inclinarse por una ideología u otra. También se da en el campo de la pintura, donde Picasso y Miró militarían en la izquierda pictórica y Dalí y Matisse en la derecha. Lo mismo en la poesía, un terreno en el que Machado -Antonio-, Lorca y Alberti, serían de izquierdas y Machado -Manuel- y Pemán de derechas. Igual en la religión (¿pero no es su reino de otro mundo?). Así, Sendero Luminoso será de izquierda, pero no por su religión, por su fe en un Dios que está fuera de este mundo. Este sí es un verdadero sendero extravagante, pues se sale de la pólis, que es algo terrenal.
A la izquierda divagante pertenecen todos aquellos que proceden de alguna izquierda definida, pero, sintiéndose demasiado encorsetados, la han abandonado y ambulan por ideas filosóficas, morales, ecológicas, religiosas, etc. Estos izquierdistas se denominarán a sí mismos “conciencia de la humanidad”, “izquierda filosófica”, “izquierda ética”, etc. Pretenderán incluso defender una visión del mundo determinada que no se sabe cuál es. Y, eso sí, serán seguramente partidarios del materialismo monista, por lo que dirán campanudamente que “todo es química”, del evolucionismo, por lo que dirán no menos campanudamente que “el hombre es un mono erguido, no un ángel caído”, del progresismo social y tecnológico optimista, etc. Y hablarán sin descanso del futuro. Algunos de éstos, si no todos, se declararán agnósticos, que queda menos polemista que ateos, lo cual es un peligro de identidad para ellos, pues el agnosticismo tiene mucho que ver con la tolerancia de los liberales, que han quedado como de derechas.