Quizá aporte algún entendimiento de la argumentación tomista que se exhibe a continuación la lectura del primer capítulo del libro décimo de la Metafísica de Aristóteles. Se encuentra en este enlace.
Tomás empieza la defensa de su tesis recordando que, según Dionisio, todo lo que existe participa del uno, lo que no sería posible si el uno añadiera algo al ser restringiéndolo.
Decir uno, continúa, es solo decir indivisión. Todo ser es simple o compuesto. Si simple, es indivisible en acto y potencia; si compuesto, será ser solo cuando sus componentes formen el compuesto. Se conserva el ser si se conserva la unidad. Luego unidad y ser son lo mismo.
1. Se dirá tal vez que el uno añade algo al ser porque lo que está en un género determinado proviene de agregar algo al ser, que envuelve todos los géneros, y el uno es principio del número, que pertenece a la especie de la cantidad, pero es un error, porque una cosa es el uno idéntico al ser y otra diferente el uno numérico.
Pitágoras y Platón, comprendiendo que el uno idéntico al ser nada añade a éste, creyeron que lo mismo sucede con el uno numérico, y como el número está compuesto de unidades, concluyeron que los números son la sustancia de las cosas.
Avicena, por su lado, creyendo que el uno numérico añade algo al ser, concluyó que el uno idéntico al ser también añade algo a su sustancia, como blanco a hombre. Pero esto no es verdad, pues toda cosa es ya una por su sustancia, y si lo fuera por algo distinta de ella, dado que este algo sería también uno, se entraría en un proceso infinito.
Luego el uno idéntico al ser no añade nada a éste, pero sí el uno numérico, que pertenece al género de la cantidad.
2. Podría parecer que, dado que lo que divide algo común deviene algo añadido, pero el ser se divide en uno y muchos, el uno sí añade algo al ser, pero no es cierto, porque lo dividido de un modo puede ser indiviso de otro: lo diviso en número es indiviso en especie. Algo puede ser uno de un modo y muchos de otro. Así es si es indiviso en absoluto (simpliciter), bien por su esencia, aunque esté dividido por sus elementos no esenciales, como el sujeto, que es uno por su sustancia y múltiple por sus accidentes (Sócrates es ateniense, blanco, filósofo, etc.), o bien por ser indiviso en acto y divisible en potencia, como lo uno en cuanto al todo y múltiple en cuanto a las partes (el animal, que es patas, cabeza, tronco, etc.) Así es como se puede ser uno en absoluto y múltiple de alguna manera (secundum quid)
Pero si se toma un ser indiviso secundum quid y dividido simpliciter, como lo dividido por su esencia, pero indiviso por captarlo así nuestra inteligencia por su principio o causa, será múltiple simpliciter y uno secundum quid. Así es lo múltiple numéricamente y uno en especie.
En consecuencia, el ser se divide en uno y múltiple, pero lo primero simpliciter y lo segundo secundum quid. La multiplicidad no estaría contenida en el ser si no estuviera en el uno de alguna manera. Por esto dice Dionisio que no hay multiplicidad que no participe de la unidad: lo múltiple por las partes es uno por el todo, lo múltiple por los accidentes es uno por el sujeto, lo múltiple por el número es uno por la especie, lo múltiple por la especie es uno por el género, lo múltiple por las derivaciones es uno por el principio.
4. No se diga, por último, que si el uno no añade nada al ser, ser y uno son tautológicos y que, por tanto, algo debe añadir, porque no hay tautología en decir que añade algo conceptual, que es lo que sucede en este caso.
(Vid. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, q. 11, a. 1)