El mes de marzo pasado la Comisión Europea dio a conocer el informe Hybrid threats. A comprehensive resilience ecosystem (Amenazas híbridas. Un ecosistema integral de resiliencia), un estudio de las amenazas híbridas que suponen el Nord Stream, el Covid-19, Cataluña, etc. Lo referente a Cataluña se centra en el año 2017 y los sucesos en torno a la declaración de independencia por Puigdemont posterior al referéndum ilegal. El núcleo del estudio versa sobre la relevancia que tiene en Europa y en España la guerra híbrida librada por el Kremlin.
El secesionismo catalán intensificó sus ataques, aquel año 2017, celebrando un referéndum el mes de octubre, que desembocó en una declaración de independencia por Puigdemont, hoy eurodiputado que vive en Bruselas y posible aliado de Pedro Sánchez para el gobierno de España. Algunos informadores dicen que las negociaciones con el prófugo de la justicia española han comenzado ya.
Según ese informe, el Kremlin tuvo parte activa en el proceso secesionista con el fin de influir en la opinión pública y moldear la percepción de los delitos cometidos tanto en España como fuera de ella. Rusia trató de socavar los cimientos de la democracia y dañar su funcionalidad. Con ese fin puso en contacto a dirigentes secesionistas y operativos de inteligencia rusos. La policía e inteligencia europeas descubrió luego esos vínculos, dirigidos a la desestabilización de España por medio de la ayuda a los secesionistas catalanes. El New York Times también dio cuenta de ello el año 2021.
El objetivo de Rusia, sin embargo, no era propiamente la independencia de Cataluña, sino la desestabilización de España y la Unión Europea, para lo cual no sólo apoyó a los actores políticos, sino que hizo uso de proxies, polarizando la sociedad, explotando las divisiones detectadas en ella, promoviendo narrativas contradictorias, financiando grupos culturales y think tanks, desacreditando a las autoridades españolas, activando operaciones cibernéticas e inversiones directas, etc.
Tres son los cimientos del ecosistema catalány español que el informe considera especialmente vulnerables: El primero es la división social, que puede ser fácilmente explotada por actores extranjeros con intenciones varias. El asunto de la independencia catalana es un ejemplo de polarización que un adversario, como es ahora Rusia por su guerra contra Ucrania y por su decidido propósito de debilitar e incluso destruir la Unión Europea, puede utilizar en su favor, como así ha sucedido.
El segundo es la desconfianza en las instituciones. Para que una democracia funcione de forma adecuada es esencial que los ciudadanos confíen en ella. Un ataque a esa confianza propicia un debilitamiento del sistema, de paso que hace que los ciudadanos sean más influenciables.
El tercero es la influencia exterior en asuntos de un país, algo que reviste la máxima importancia en la era de la desinformación. Para mantener su plena soberanía y la integridad de sus procesos democráticos un país tiene que tratar de contrarrestar estas operaciones.
Es sorprendente que ante estas amenazas contra la democracia española, la unidad de la nación y la estabilidad de la Unión Europea no haya ninguna respuesta en España. Aquí merece más repulsa VOX porque pone objeciones las leyes ideológicas de la izquierda, secundadas y mantenidas por el PP cuando ha lugar, que este grave peligro que encarnan los secesionismos periféricos.
El último en pronunciarse en contra de VOX, y valga como caso particular de esta falta de respuesta de los españoles contra lo que denuncia el informe de la UE, ha sido Juanma Moreno, culpando a VOX del auge de la izquierda. ¿Acaso tendrá también VOX la culpa de que Pedro Sánchez llegue a algún tipo de acuerdo con ese delincuente prófugo de la justicia española que es Puigdemont?