Exhortación de Pitágoras sobre el amor
Había en las palabras de Pitágoras, recogidas siglos más tarde por Diógenes Laercio, un extraño eco de invierno. Nadie hoy aceptaría su sentencia sobre los placeres de Venus, y sin embargo, ahí está, como si hubiera sido escrita en una tablilla arcaica: “De la Venus se ha de usar en invierno, no en verano; en otoño y primavera, con ligereza; pero en todo tiempo es cosa gravosa y enemiga de la salud.”
Lo dijo como quien dicta la hora de encender el fuego o de segar los frutos, con la misma voz que ordena a los hombres obedecer al ritmo de las estaciones. Y cuando alguien le preguntó en qué momento era más conveniente entregarse al amor, respondió: “Cuando quieras debilitarte a ti mismo.”
Suena como consejo tallado en piedra, duro, sin ternura, y a la vez con un resplandor de fábula que aún resulta hiriente. Porque hay en esas palabras una advertencia que cruza los siglos como un viento frío, recordándonos que incluso en la llama más dulce puede anidar el desgaste de la vida.