De gustibus non est disputandum

La frase “de gustibus non est disputandum” (no se debe discutir sobre gustos), tiene un carácter aparentemente subjetivo. A uno le gusta “El triunfo de Baco», de Velázquez, y a otro “El Guernica”, de Picasso. Los dos tienen razón en su juicio puramente individual. Esto es evidente e indiscutible.

Lo que no perciben ambos, sobre todo el segundo, es que son juicios emitidos por sujetos con distinto grado de madurez del gusto y de conocimientos estéticos, por lo que no llegarán nunca a un acuerdo y, por tanto, lo prudente es que no disputen. Sin embargo, a medida que el gusto de los dos madure y se ejercite, aumentará la unanimidad del juicio. Entonces ambos individuos sí podrán discutir y llegar a acuerdos. Podrán traspasar la frontera de su subjetividad y comprender, por ejemplo, que “El triunfo de Baco» tiene un gran valor estético, del que carece “El Guernica”. Comprenderán que también aquí cabe el magisterio, una visión más adecuada y justa de la realidad.

Esto es algo que entienden a la perfección las personas de una elevada espiritualidad. Donde ésta se profundiza y se interioriza, donde se ejerce el sentimiento estético como una disposición natural, es posible comunicar lo que se siente tal como se siente, trocarlo en algo objetivo y llevar a otras personas a que juzguen del mismo modo.

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