Francis Bacon, Barón de Verulam

Lo propio del filósofo es, dice Platón, averiguar qué cosas van juntas pareciendo que deben estar separadas y qué otras van separadas pareciendo que están juntas.

Si se toma este criterio como medida del buen filósofo habrá que pensar que Sir Francis Bacon, Primer Barón de Verulamio y Bizconde de St Albans, nacido el día 22 de enero de 1561, debió ser uno de los mejores, en razón de las similitudes que supo hallar en cierta investigación sobre la “forma” o “naturaleza” del calor. La pimienta, los rayos del Sol y las plumas del cisne iban juntos en una tabla de presencias. La tabla de ausencias agrupaba en la misma categoría la luciérnaga y los rayos de la Luna. Una última tabla en que constaban los cuerpos cuyo calor varía según grados incluía los cadáveres, el estiércol del caballo y los golpes del martillo sobre el yunque.

El calor, deducía el barón filósofo, no puede ser una especie de la luz, porque entonces el claro de Luna y la luciérnaga lo producirían. Debe ser más bien una especie del movimiento, porque aparece con la vacilación de la llama sobre la hoguera y en el hombre cuya fiebre aumenta cuando tirita. En consecuencia, el calor es la especie y el movimiento el género.

La ciencia física define hoy la temperatura como una magnitud escalar directamente relacionada con la energia cinética y entiende ésta como la energía asociada a los movimientos de las partículas de un sistema dado.

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Acerca de Emiliano Fernández Rueda

Doctor en Filosofía por la Universidad complutense de Madrid. Profesor de filosofía en varios centros de Bachillerato y Universidad. Autor de libros de la misma materia y numerosos artículos.
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