Privación y materia prima

La privación

De los principios del cambio y la generación, la forma es su fin y no está por tanto en el sujeto que se genera, pero la privación y la materia, entre los cuales solo hay distinción de razón y no distinción real, sí están en él. El mármol carece todavía de la figura que habrá de darle el escultor y en ese sentido es informe, pero en otro no lo es, pues es mármol ya y de ahí le viene el ser llamado con ese nombre. La privación coincide en realidad con la materia y no es principio en sí, pero es un accidente que no puede dejar de darse, porque solo lo que todavía no es una estatua lo será después.

Así es como lo que viene al ser viene del no ser, por venir de la privación. Esta es nada por sí misma. Pero no es una nada total o absoluta. En el que no ve hay nada de visión. Sin embargo, no es lo mismo decir que una piedra no ve y que no ve un hombre que ha perdido la vista, pues a una no le corresponde ver y al otro sí. Lo que viene al ser se genera más bien de lo que es como esto segundo, pues de lo que es como lo primero es imposible. El ser viene de un no ser que está dispuesto a ser, es decir, viene de la privación. Por eso recibe el nombre de principio de la generación y del cambio, aunque se diferencia de los demás principios, de la materia y la forma, en que éstas lo son estando presentes en el ser y en el hacerse y son seres, en tanto que la privación es no ser. ¿Cómo si no podría haber esfera de bronce faltando el bronce y la esfera? La privación, en cambio, es principio solo en el hacerse, porque mientras uno se hace alfarero es preciso que no haya alfarería en él, sino ausencia de ella. Si la hubiese no se haría, porque entonces alguien sería alfarero y a la vez no lo sería, lo cual es imposible.

Por todo esto la privación no es esencial en la cosa, en tanto que la materia y la forma sí lo son. La privación es accidental, que es cuanto se quería mostrar en esta ficha.

La materia prima

Es en la materia donde se da la privación. También se da la pérdida de la misma una vez que se adquiere la forma. La materia es el soporte de ambas y se distingue de ellas como abstracción mental, pero en la realidad no hay distinción. Es en el bronce donde se da primero el no ser redondo y luego el serlo.

Unas veces se entiende la materia con respecto a la privación y otras no. Al nombrar el árbol no se piensa en su utilidad para hacer un mueble, pero sí al nombrar la madera que el carpintero tiene en su taller y procede del árbol. En uno no parece estar implicada la privación y en la otra sí. De aquí se sigue que, dado que es la materia la que permanece y no la privación, en el primer caso se trata de materia estable, si se permite llamarla así, y en el otro de inestable. La privación, sin embargo, no permanece en la materia sino cuando ésta es aún informe.

La madera es materia con respecto al mueble, pero está compuesta de materia y forma. Por eso no es materia prima, porque tiene alguna forma. Materia prima es aquella que carece no solo de forma, sino también de privación de la misma. Puesto que en un caso así no hay materia antes de ella, como sí la hay en la esfera de bronce, en el mueble y en la estatua, es la primera de todas.

Ahora bien, la materia prima no puede pensarse ni conocerse, porque todo pensamiento y todo conocimiento lo son de la forma. Si es posible conocerla y pensarla en algún sentido no es por sí, sino por el compuesto en que entra junto con la privación y la forma.

A veces se da el nombre de materia prima a lo que en rigor no lo es. Así sucede en los mercados de valores, donde las materias primas, llamadas commodities en inglés, son cosas como el trigo, la cebada, el petróleo, el gas, etc. No es que sea incorrecto llamarlas así, pues son primeras con respecto a la producción de alimentos para los humanos y los animales, de energía, etc., pues son materias primas en sentido relativo, si bien no lo son en sentido absoluto, pues hay alguna materia anterior de la que proceden y están por eso compuestas de materia y forma.

Todo cambio y toda generación son de algo a algo. De algo, es decir, de la materia, como del grano de trigo se hace la espiga. A algo, es decir, a la forma, como la espiga a que llega el grano de trigo. Pero la materia y la forma no cambian, porque para ello tendría que haber materia de la materia y materia de la materia de la materia, etc., y tendría que haber también forma de la forma, etc., lo que es un regressum ad infinitum y en una situación así nada cambiaría ni se engendraría.

Se dice además que la materia es una sola, pero hay que ver antes en qué sentido se dice. Si es en el mismo en que se afirma que Platón es uno, o sea, que es un individuo (indivisible en sí y distinto de cualquier otra cosa) entonces se comete error, debido a que no tiene forma y no puede distinguirse de ninguna otra cosa. Si se dice en este último sentido, presentándola como indistinta, o sea, como algo que carece de todo cuanto pueda hacerle diferir de cualquier otro ser, entonces es correcto.

Es preciso anotar, por último, que, aunque en la mera idea de materia prima no se halla la idea de forma ni la de privación, en la realidad nunca se halla sin ellas, sino que unas veces presenta una forma y otras otra y lo mismo sucede con la privación. La materia prima no puede ser por sí porque al faltarle la forma no es posible que exista en acto. En otras palabras: la materia prima es solo potencia.

V. Aquino, T. de, Principios de la naturaleza


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Polibio de Megalópolis

Nació entre el 210 y el 200 a. C. Murió el 127. Entre el 190 y el 180 tomó parte en la defensa de Pérgamo, en la batalla de Magnesia y en la guerra contra los gálatas. Debió estar presente en la marcha de los jóvenes aqueos, bajo la guía de Licortas, pretor de la Liga, contra los mesenios, obligándoles a reconocer la supremacía de los aqueos.

Polibio era oriundo de Megalópolis, una ciudad de la Arcadia. Parece irónico que la mítica región de los poetas haya visto nacer en Polibio, un historiador y filósofo de la historia, a su hombre más sobresaliente. Era hijo de Licortas, que siempre mantuvo una política de neutralidad hacia Roma. Su escuela política fue de primera mano. Pero no solo sabía de política. Según consta por los escritos antiguos que hacen referencia a su persona, había estudiado música, el arte de la guerra, la medicina, la cirugía, la astronomía, la geometría, la geografía, además de conocer bien a Homero, Píndaro, Eurípides, Hesiodo, Herodoto, Tucídides, Jenofonte, etc.

¿Tuvo alguna formación filosófica concreta que le hiciera seguir alguna de las escuelas del momento? No es seguro. El estoicismo, entonces en boga, no se muestra apenas en sus obras. Tal vez siguió a los peripatéticos a través de Prítanis, Eidelo, Demófanes y otros que habían seguido las enseñanzas del Liceo. Menciona en bastantes ocasiones a Aristóteles, Dicearco, Estratón de Lámpsaco, etc. Sin embargo, su conocimiento del sistema aristotélico no era profundo ni extenso, lo que quizá fue en él más una virtud que un defecto, pues, entre los no muy abundantes conceptos filosóficos que hubiera aprendido, los que él mismo elaboró a partir de su experiencia propia y esta misma experiencia, que por ser extraordinario le brindó un gran conocimiento de las cosas reales, construyó una original concepción estructural de la historia. En su pensamiento fue importante la distinción peripatética entre principio informante y realidad informada, una dicotomía que se palpa en su idea de que Roma, con sus costumbres y sus leyes habría de dar forma a un mundo que carecía de ella.

Por lo demás, no perteneció a ninguna escuela. No es, por tanto, un pensador profundo que proyecta sobre la realidad histórica grandes pensamientos filosóficos. Es más bien un hombre al que la realidad vivida fue despertando y, al pensar en ella, se fue formando intelectualmente. De esa interacción entre vida y pensamiento brota su concepción sobre la historia. Por eso se entiende, por ejemplo, que denomine como a-filósofos a otros historiadores, como Timeo, que no eran capaces de integrar lo vivido en una concepción sistemática.

En lo que sigue se expondrá primero lo vivido por Polibio y luego lo pensado a partir de ahí.

a) Lo vivido

Aunque su participación directa en la política no fue larga, sin embargo fue intensa. El año 181 a. C. fue embajador en la corte de Ptolomeo y en el 170 hiparco de la Liga Aquea. El 181 se nombró a Hipérbato y el 180 o el 179 a Calícrates, ambos enemigos de Licortas, estrategos de la Liga. El 175-174 a Jenarco, del partido de Polibio. Con este último nombramiento cambiaron las cosas para él.

Entre el 170 y el 168 está en primer plano de la diplomacia aquea. Es un momento decisivo. El 172 había estallado la guerra macedónica contra Roma, que parecía invencible. El partido de Polibio mantenía una postura neutral, pero Roma apretaba cada vez más. Hace saber que conoce quiénes son en cada ciudad favorables o contrarios al Senado. Como resultado de ellos, Arcón, del partido de Polibio, convoca la asamblea y decide enviar una embajada al cónsul Q. Marcio Filipo para poner a su disposición al ejército. Polibio formó parte de esa embajada. Pero el hiparco de la Liga Aquea esperó demasiado y llegó tarde ante el cónsul, que ya había atravesado Tesalia y acampaba en Macedonia, desde donde le hizo saber que no tenía ya necesidad de los aliados, pese a lo cual agradeció la deferencia que se le hacía llegar.

Polibio despachó a sus compañeros y permaneció con el cónsul. Supo que Apio Claudio Centón, que estaba en Epiro, había pedido 5.000 hombres a los aqueos. Q. Marcio le ordenó ir al Peloponeso con el encargo de negar la ayuda. «Si el cónsul hizo esto por interés para con los aqueos o si por querer restar actividad a Apio es cosa difícil de saber», dice el mismo Polibio en Historias, XXVIII, 13, 8. Cuando llegó ya se había presentado la petición de Apio, pero sin la ratificación del Senado, lo que daba pie a negar la ayuda.

Polibio sabía que lo que importaba a Roma era si los aliados eran tibios o no.

Poco más duró su actividad política, pues a raíz de aquel suceso se precipitaron las cosas de una manera que no pudo prever. El año 168 se libró la batalla de Pidna, por la que Lucio Emilio Paulo Macedónico, el conquistador de la Hispania Ulterior, venció al rey Perseo.

Desde todas partes se enviaron felicitaciones al cónsul. Los del partido contrario a Polibio y sus amigos denunciaron la tibieza de éstos y presentaron a los romanos una lista de 1.000 nombres. La asamblea de los aqueos decidió mandarlos a Roma en calidad de rehenes. Entre ellos iba Polibio.

Los 1.000 llegaron a Roma el 167. Grecia había sido vencida en Pidna, pero helenizó a Roma Polibio sería el portavoz de la hazaña. Paulo Emilio, el vencedor se presentó como un griego: hizo sacrificios en Delfos a Apolo, en Atenas a Atenea, visitó Corinto, Sición, argos, Epidauro, Olimpia, Esparta, Megalópolis, etc. Se llevó consigo incluso la rica biblioteca de Perseo.

El 150, después de 17 años, recuperó Polibio la libertad. Pero se quedó en Roma a petición Quinto Fabio Máximo Emiliano y Publio Cornelio Escipión Emiliano, hijos de Paulo Emilio, lo que indica que desde el primer momento había ingresado en el círculo culto y poderoso de los Escipiones. Había sido incluso preceptor y maestro de Escipión Emiliano.

En Roma comprendió en qué se apoyaba la fortaleza de aquel Estado. Comprendió su virtus: grandeza de ánimo, audacia, emulación, etc. Allí tuvo ocasión de examinar a fondo la constitución política y militar de Roma, como se muestra en el libro XI de sus Historias.

Con Escipión Emiliano estuvo en España, donde visitó Cartagena, Cádiz y, ascendiendo por el río Betis, llegó hasta Córdoba. De España pasó a África. Es casi seguro que volvió a Roma por Córcega y Cerdeña.

Su información, en suma, fue muy detallada y completa.

Durante todo el tiempo que estuvo en Roma se debió mover con libertad. Únicamente se le impedía volver a Grecia. A los trescientos griegos que sobrevivieron después del 150 se les permitió volver gracias a los buenos oficios de Escipión y Catón. Polibio se quedó todavía unos años más, uniendo en su ánimo el amor a Roma y el amor a la tierra que lo había visto nacer. Este último fue un amor racional, algo que solo a unos pocos es concedido.

Asistió al asedio y destrucción de Cartago el 146. En esa acción ayudó a Roma, lo que no le impidió reconocer las grandes virtudes de Aníbal y expresarlo públicamente. Su propia patria iba entretanto directa a su ruina y destrucción y él lo sabía. Con todo, no se cegó. Asistió, por ejemplo, a la quema y saqueo de Corinto el año 146, algo que no aprobó, aunque no por ello dejó de censurar la conducta de los griegos. Los habitantes de Corinto aprendieron la amarga lección y hubieron de reconocer la prudencia de su compatriota Polibio: «Grecia, de haber seguido los consejos de Polibio desde el principio, no habría decaído y cuando Grecia erró sólo él pudo ayudarla algo», rezaba la inscripción al pie de una estatua levantada en su honor en Megalópolis.

Después de lo cual se quedó en Grecia. El Senado le encargó todavía que hiciera lo posible por conciliar los derechos de los vencedores y los vencidos. Desde entonces se pierde su rastro en el tiempo.

(De la introducción a Polibio, Historias, revis. y trad. de Tejera, A. D., vol. I, CSIC, Madrid-Barcelona, MCMLXXII. En próximos artículos se continuará esta temática)

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Principios del devenir

Lo que es sustancia o accidente está en acto en algún sentido y puede llamarse forma, como lo que está en potencia, ya sea respecto a la sustancia o al accidente, se puede llamar materia. Es porque practica la filosofía por lo que Aristóteles se hace filósofo en acto y lo era en potencia cuando su padre Nicómaco lo envió a la Academia de Platón. Pero es por la conjunción de su padre y su madre por lo que Aristóteles fue primero un hombre en potencia y después un hombre real.

La producción de un ser cualquiera es un camino que se dirige o bien a la aparición absoluta de ese ser, como cuando nace un hombre, o bien a la aparición de algo relativo a él, como cuando Aristóteles se hace filósofo. En el primer caso se trata de la producción de una forma sustancial y en el segundo de una accidental. En ambos se pasa del ser al no ser. También se puede dar el paso contrario, del ser al no ser. Entonces sucederá que una cosa deja de existir, como cuando muere un hombre, o bien deja de ser algo, como ocurriría si Aristóteles ya no fuera filósofo.

Una precisión es necesario añadir: que el primer paso de que hablamos no se da desde cualquier no ser, sino desde aquel que es ser en potencia, pues si no fuera así tal vez se haría el trigo a partir de las piedras y no a partir de la semilla.

De lo que se sigue que siempre que se ha producido una cosa han debido darse tres principios: un ser en potencia, llamado materia, un no ser en acto, que recibe el nombre de privación, y algo por lo que la cosa es finalmente lo que es. Algo se hace algo (forma), a partir de lo posible (materia) gracias a que no lo es (privación), pues lo que es no puede convertirse en lo que es ya. El trigo se hace lo que es a partir de la semilla porque todavía no es trigo.

Dicho sea de paso: el trigo es forma sustancial, pero el pan es forma accidental. Toda cosa que ha venido al mundo por obra del artificio es ya sustancia. El arte no da el ser, sino que actúa sobre lo que ya tiene ser completado por la naturaleza.

(V. Tomás de Aquino, De principiis, cap. I)

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Materia ex qua – materia in qua

De dos maneras puede darse una cosa: pudiendo ser y siendo ya de hecho o en acto. A lo primero se le llama tener la posibilidad de existir o estar en potencia, a lo segundo existir ya o estar en acto. Cualquiera de estas dos maneras de darse algo cosa puede entenderse como perteneciente a la sustancia misma de la cosa o bien como siendo algo accidental. No es lo mismo, en efecto, que Aristóteles sea sea hombre o que sea filósofo.

Tanto lo sustancial como lo accidental pueden ser vistos desde la posibilidad o potencia que en ambos radica. En el semen y el ciclo menstrual, dice Tomás de Aquino, está la posibilidad de que exista un hombre. En esas palabras, dicho sea de paso, se muestra la idea que sobre la generación tuvieron los que vivieron antes de que amaneciera la biología actual. En el hombre ya existente de hecho, por otro lado, está la de que sea patricio o cónsul romano. Si se da el nombre de materia, como viene siendo corriente en la tradición aristotélica, a lo que tiene la posibilidad de ser algo, habrá que convenir en que hay materia tanto en la sustancia como en el accidente: el semen y el ciclo menstrual con respecto al hombre y el hombre mismo con respecto al consulado. Pero no son materia en el mismo sentido, porque una cosa es serlo para la sustancia, y entonces recibe el nombre de materia ex qua, y otra serlo para el accidente, y se llamará materia in qua. Esto es debido a que de la materia prima viene la sustancia, pero el accidente se da en ésta. Para significar esto mismo se llama sujeto a lo que está en potencia con respecto al accidente y materia prima a lo que está en potencia para la sustancia. El accidente se diferencia del sujeto en que éste no es lo que es por aquél, pues ya tiene su ser completo. Es el accidente el que recibe su ser del sujeto. Así, no es el ser filósofo lo que hace que Aristóteles sea un hombre, sino que, por ser hombre Aristóteles, puede darse la filosofía.

En otras palabras: la forma da el ser a la materia prima, pero el accidente no se lo da al sujeto, aunque pueda mencionarse en ocasiones a Aristóteles llamándole el Filósofo, como hace Santo Tomás de Aquino.

Esto es lo que explica este autor en el primer capítulo de su obra De principiis naturae, caput I «Quid sint materia et forma».

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Las hijas paren a las madres

El mañana es oscuro como la noche. No es posible decir nada sobre él con conocimiento cierto. Tampoco se puede decir gran cosa del pasado; solo un poco de aquellos hechos que hayan dejado estela sobre la superficie de la mar. Los que no la han dejado no están ante la mirada del navegante y no forman parte del pasado para él. Ello no significa que su mirada no sea objetiva. Todo lo contrario, pues tiene ante ella lo que en el transcurso del tiempo es resultado. Lo demás no cuenta ni puede contar. Si trata de saber algo de ello es por el afán del polimatés, no del filósofo. No se pueden recorrer los documentos antiguos con afán turístico, para decir «yo he estado allí». ¿Qué interés tiene hacer algo así?

Que hay pueblos sin historia es entonces algo de lo que no cabe dudar. ¿Cuál es el resultado presente de la civilización cartaginesa? ¿Y del Imperio Sasánida? En el mar del pasado ha naufragado la mayoría de los pueblos sin que ni siquiera hayan algunos pecios suyos flotando sobre la superficie. La mayoría de las cosas que han sucedido en el mundo no han dejado el más mínimo rastro.

Otros sucesos mucho menos importantes para quienes los contemporáneos que esos otros que se han sumergido bajos las aguas han sido, sin embargo, relevantes para la historia. Cuando se domestica el primer buey no se está poniendo el primer eslabón de una cadena que lleva hasta la carreta. Que la domesticación fuera un eslabón de esa cadena ocurrió porque se inventó la carreta. Y si no se hubiera inventado no sería eslabón ni habría habido cadena alguna. El antecedente es antecedente cuando algo es consecuente, no antes. Son las hijas las que paren a las madres y para conocer a éstas tienen que haber nacido aquéllas. De las que no son madres nada hay que saber.

Solo se sabe que hay estela cuando se ha formado. Las sectas pitagóricas, que se dedicaban al estudio de las matemáticas y prohibían comunicar a otros sus descubrimientos, tienen ahora por herederos a todas las universidades del planeta. Sería ridículo que los griegos actuales, sobre todo los que no saben matemáticas, pretendieran ser los sucesores de aquellos pitagóricos. Más cerca de ellos están seguramente los universitarios de Corea de Sur, cuyos planes de estudios son más eficaces que los de muchos países europeos. Nadie habría pensado tampoco que los constitucionalistas de Cádiz, cercados por las tropas de Napoleón y abandonados a su suerte por casi todos los españoles, estuvieran iniciando una estela de más de veinte naciones que se inspiraron en aquella Constitución de 1812.

Hay pueblos, la mayoría de ellos, sin historia y hay pueblos, una exigua minoría, con ella. En los primeros también pasan cosas, que quizá hagan más felices a sus moradores. Eso no es lo que importa. Lo que importa es que hayan dejado huella en el presente y eso es algo que solo en el presente y no en el pasado, cuando los hechos suceden, puede constatarse. Nadie diga entonces, por muy importante que crea que es el hecho al que esté asistiendo y por muchos seguidores que tenga tras de sí dispuestos a creer lo mismo que él, que «está haciendo historia», pues eso no depende de él ni de nadie, sino que dependerá de que se forme o no una estela que un hombre del futuro pueda ver. La historia es retrospectiva, no prospectiva.

Muchos creen lo contrario porque la han tomado como un sustituto de la Divina Providencia. Siguen creyendo en el Dios de la Historia porque se les ha olvidado creer en Dios. Son muy religiosos estos ateos. Dicen que ingresarán en la Historia, como ingresa el bienaventurado en la salvación. Que están haciendo Historia, que la Historia los juzgará, que con ellos comienza un nuevo tiempo, etc. El Juez Supremo, la vida renacida, el Hombre Nuevo, etc. Todo eso es para ellos la Historia, un dios visible y tangible… para los que han de venir más tarde, es decir, un dios intangible e invisible a fin de cuentas. El cielo de más acá resulta estar más allá incluso para ellos. ¡Cuán piadosos son estos ateos! Tanto que de vez en cuando sale de entre ellos algún mesías encargado de guiar a todos a la Nueva Jerusalén.

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D. Pedro Gómez de la Serna

Según informó la periodista Anabel Díaz en el periódico El país del sábado 6 de octubre de 2012, se produjo un duro debate sobre el derecho a la independencia de Cataluña en el Congreso de los diputados. El debate, no obstante, fue sobrio y correcto en las formas. El portavoz de la Comisión Constitucional del Congreso, Pedro Gómez de la Serna, diputado por Segovia, sucesor de un ilustre jurista del mismo nombre, respondió en nombre del Partido Popular al portavoz de ERC, Alfred Bosch, que pedía al Parlamento español la restitución a Cataluña de la soberanía que se le había arrebatado por el Decreto de Nueva Planta promulgado por Felipe V en 1715. El Sr. Bosch afirmó que la supuesta nación catalana había tenido hasta entonces “plena subjetividad jurídica internacional y ejercía plenamente su soberanía”, una tesis que fue rechazada por todos los grupos, salvo, como es natural, CiU y PNV, grupos a los que no debe importar mucho faltar a la verdad.

D. Pedro Gómez de la Serna

D. Pedro Gómez de la Serna

He aquí el discurso del Sr. Gómez de la Serna:

La verdad, señorías, es que, al margen de la ideología de cada cual, después de escuchar los disparates que hemos escuchado hoy aquí, a uno no le extraña que el 51% de los catalanes se abstuvieran en el referéndum del Estatuto, y que el 5% votara en blanco.

A base de intervenciones como las que se ha escuchado hoy en esta sala, están Uds. logrando lo que no consiguió el general Franco a lo largo de sus 40 años de dictadura: la desafección de los catalanes de la vida política. Unos catalanes que acabarán siendo independientes, sí, pero de la política. Están Uds. alumbrando, en expresión de Josep María Colomer, un nuevo tipo de ciudadano cada vez más alejado, mentalmente, vitalmente, sociológicamente, anímicamente, de la política y de la res pública. Un catalán secesionado de la política.

Después de 30 años de gobierno nacionalista o con participación nacionalista en Cataluña, puede decirse que el nacionalismo catalán en su conjunto, como proyecto de sociedad, ha fracasado. Y han fracasado porque treinta años después, han conducido, entre unos y otros, a Cataluña a un callejón sin salida de enfrentamiento, de división y de ruptura. Entre unos y otros, han conducido a Cataluña hacia una de las crisis más graves de su Historia, en términos políticos, institucionales, económicos, y muy probablemente también, en términos sociales. Y como única respuesta, han buscado Uds. un enemigo exterior, un chivo expiatorio: la culpa es de España. Crean la crisis, y después pretenden taparla creando una crisis todavía mayor.

Pero vayamos por partes.

1.- Piden Uds. en primer lugar, algo insólito, que deroguemos los Decreto de Nueva Planta. Yo creo que los ciudadanos merecen un mínimo de rigor y un máximo de respeto. No se puede derogar lo que no está en vigor. Yo soy diputado por Segovia. Su iniciativa es como si yo trajera a esta Cámara la derogación del Fuero de Sepúlveda ¿Y por qué no proponen también que estas Cortes se dediquen a derogar, no sé, pongo por caso, el Código de Justiniano, la Novísima Recopilación, las Pandectas, Las Partidas o cualquier cuerpo legislativo histórico de España? Su propuesta no es sólo extemporánea, porque llegan Uds con 300 años de retraso, sino también excéntrica. No conozco a nadie, salvo Uds., que mantenga que los Decretos de Nueva Planta estén en vigor….Es insólito. Es ridículo y es una tomadura de pelo a la Cámara.

2.- Hablan Uds. en su PNL de una supuesta soberanía de Cataluña suprimida por Felipe V. Y yo, antes de entrar en materia, me pregunto: ¿Les parece normal, con la que está cayendo, que esta Cámara se dedique a hablar de Felipe V o de Carlos II el Hechizado y de sus disposiciones testamentarias? Pobre Cataluña, si tuviera que debatirse únicamente entre la fatiga de unos y el hechizo de otros…

Sean honestos: no mientan a la gente: Cataluña no fue nunca soberana. Han construido Uds. un relato falso. Han engañado Uds. a los catalanes.

Cataluña jamás existió como nación –un concepto aún no vigente- ni como Estado. En 1700 Cataluña era un Principado, sí, un territorio con instituciones propias, sí, pero integrado en la Corona de Aragón y en consecuencia en España. Pero ni era un Estado soberano ni era una nación. Las Cortes eran estamentales y como tales no representaban soberanía nacional o popular alguna –estamos antes de la revolución francesa- sin a los tres estados: el clero, la nobleza y tercer estado. Tampoco existía una opinión pública catalana, porque la opinión pública como tal no surge sino hasta finales del XVIII, como todo el mundo sabe.

La Nueva Planta fue, en opinión de Vicens Vives –nada sospechoso de anticatalanismo- “un desescombro que obligó a los catalanes a mirar hacia el porvenir”; algo que comparte Ferrán Soldevilla cuando dice que dieron lugar al resurgimiento económico de Cataluña; por cierto que ya Mercader y Voltes pusieron de relieve la catalanidad de los gestores de la Nueva Planta. No voy a entrar en mayor debate. Cito sólo a cuatro historiadores catalanes de indudable prestigio. Le recomiendo su lectura. Léalos, y sabrá, entre otras cosas, que aquella no fue una guerra de secesión sino de sucesión. Léalos y sabrá que el mayor valedor del archiduque de Austria frente al borbón fue el almirante de Castilla. Léalos y sabrá que la realidad fue mucho más compleja de lo usted dibuja. Léalos y sabrá que el austracismo catalán no fue inmediato; hasta el punto que, con motivo de la boda de Felipe V en Barcelona, se produjo una eclosión de panegíricos catalanes como los de Joan Bac o Raimundo Costa. Nadie cuestionó la legitimidad de Felipe V en Cataluña hasta que en 1703 emerge la alianza internacional antifrancesa y pro austriaca. Los actores españoles no fueron más que actores sucursalizados de las grandes alianzas internacionales.

Hacen Uds. también la afirmación de que Felipe V incorpora Cataluña a Castilla mediante el derecho de conquista. Primero, no la incorpora a Castilla. Segundo, saben perfectamente que Barcelona fue inicialmente leal a Felipe V y que fue asediada por una escuadra internacional anglo portuguesa dos veces: en 1704 y el 1705, por cierto esta última vez lanzando nada menos que 6000 bombas sobre la ciudad, que cayó finalmente en manos austracistas. Derecho de conquista.

Repito: fue una guerra de sucesión, no de secesión. Y lo que había en Cataluña no era un sentimiento antiespañol, sino antifrancés. Ya lo dijo D. Rafael de Casanova: “Por nosotros y por la nación española peleamos”.

Lo que querían los catalanes era movilizar a toda España contra el candidato francés, es decir, liderar España, el mismo propósito de Cambó, algo a lo que Uds., los nacionalistas, han renunciado. Y han renunciado porque al nacionalismo siempre le falta ambición de país, y porque el nacionalismo consiste en querer tener cada vez más poder en un lugar cada vez menos poderoso: en otras palabras, mandar cada vez más sobre cada vez menos. Y esa falta de ambición y de proyección, ese no incorporarse al liderazgo del proyecto español, es lo que les lleva, a Uds y a Cataluña, al colapso.

Y fue un catalán, D. Ramón Lázaro Dou, un ilustrado catalán precursor de la Renaixenxa y diputado en Cádiz, quien glosó los Decretos de Nueva Planta por haber acabado con las jurisdicciones patrimoniales y la única instancia en las condenas de muerte y por la prohibición de las multitudes armadas para perseguir a los delincuentes. No seré yo quien defienda a Felipe V, pero sí se digo que la historia es mucho más compleja que el mito, señor Bosch. Y es más compleja también que la mentira. Y claro, cuando uno parte de premisas falsas llega a conclusiones erróneas. No es una historia infantil de buenos y malos. Es una historia de hombres, con luces y con sombras.

3.- Hablan Uds. del derecho de autodeterminación. Cataluña nunca fue soberana. Tampoco ahora lo es. No es sujeto de derecho internacional. No es sujeto constituyente. No tiene poder constituyente. Hablar de autodeterminación en España es hablar de ruptura. De ruptura constitucional y de ruptura de la convivencia. Y no tenga ninguna duda de que el modelo constitucional tiene mecanismos para garantizar la convivencia, la paz, y la unidad. Y que el Estado garantizará la vigencia del artículo 2 de nuestra Constitución, que se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española.

Yo les pediría que dejaran de jugar de una vez con el futuro de Cataluña. Con el pasado, con el presente, con el porvenir de los catalanes. No tienen Uds ningún derecho, ninguno, a crearle a la gente más problemas de los que ya tiene. No tienen Uds ningún derecho, ninguno, a meter a los catalanes en la tempestad de la secesión. No tienen Uds ningún derecho, ninguno, a jugar con la convivencia en Cataluña. Ya en el tripartito se les hundió el Carmel. No hundan ahora Cataluña entera.

4.- Luego plantean Uds. con el manido asunto del expolio de Cataluña. Como la manipulación de la lengua no les ha servido como instrumento de ruptura y ha chocado con no pocos estratos de población, han acudido entonces a la manipulación de la economía, que sí llega a todos los estratos, como instrumento de ruptura. Otra salida en falso, otra huida hacia ninguna parte, otra manipulación. En primer lugar, no tributan los territorios, tributan las personas. En segundo lugar, con la misma justificación podrían hablar los madrileños de expolio porque, si se trata de territorios, estamos por delante Uds. En tercer lugar, por idéntica razón los habitantes de Gerona podrían sentirse expoliados por los demás catalanes, porque le recuerdo que Gerona es la provincia de más renta per cápita de Cataluña.

En cuarto lugar, desgraciadamente, no todo el dinero recaudado en Cataluña redunda en beneficio de los catalanes: ya; ya se ocupan algunos cuando están en el poder de que eso no ocurra: caso Millet, Santa Coloma, Prenafeta, ITV, el contrabando de tabaco del conseller de ERC, las cartas de extorsión a los trabajadores de la Generalitat pidiéndoles un porcentaje de su salario para ERC –por cierto que el Sr. Vendrell fue luego ascendido a Consejero- los sueldos exorbitantes de los Presidentes de las Diputaciones que Uds, controlaban –Lérida y Gerona- las colocaciones de ex políticos en empresas del sector público catalán, los gastos desorbitantes para tunear vehículos oficiales …todo muy ejemplar:

Si Rafael Casanova levantara la cabeza…y viera lo que hacen Uds en nombre de Cataluña…y viera cómo han dilapidado Uds. aquél enorme patrimonio de la Transición que era el antiguo liderazgo catalán de una nación de 40 millones de habitantes, con sus mercados, con sus relaciones internacionales, cuarta economía de la zona euro, …

Si levantara la cabeza y se preguntara: ¿El expolio? Con toda probabilidad les contestaría: El expolio de Cataluña son Uds.

Uds. incrementan la deuda en un 200% y ante la deuda piden Uds la independencia. Independencia, ¿para qué? ¿para endeudar todavía más a los catalanes?¿Para aislarles del mundo? ¿Independencia para ser una especie de rara avis entre los no alineados? ¿Independencia para arruinar a los catalanes? ¿Han calculado Uds., antes de jugar con este fuego, cuántas empresas saldrían de Cataluña? ¿Cuántas multinacionales europeas sacarían sus plantas de allá? ¿Cuántas grandes empresas catalanas deslocalizarían sus activos, sus sedes, de un territorio aislado del mundo? ¿Han calculado Uds. el coste que esto tendría en la mediana y pequeña empresa de Cataluña, muchas veces auxiliares de las anteriores? ¿Han calculado el ingente paro que generaría la independencia? Hagan números, y después pídanle a la gente que sacrifique su hacienda, su trabajo, su bienestar, el futuro de sus hijos, en el altar de un delirio secesionista.

Si Cataluña se independiza, ¿con qué dinero van a pagar las pensiones? ¿Con que dinero van a pagar el desempleo de los catalanes? ¿en qué mercados van a vender sus productos y con qué aranceles? ¿Cómo van a pagar su deuda? . Digan a la gente el verdadero coste de la independencia: un descalabro en términos de generación de riqueza y de pib per cápita que les situaría por debajo de cualquier territorio o comunidad de España.

Digan la verdad a la gente antes de jugar con el futuro de los catalanes. Con su hoja de ruta llevarán a los catalanes a la bancarrota y provocarán el derrumbe del estado de bienestar. Ni Montenegro ni Islandia: Chipre, Grecia o Padania. Sigan Uds. así, que las agencias de calificación ya han tomado buena nota y han bajado su bono al nivel de bono basura…

Y hagan Uds. cuentas también en el ámbito de la democracia y de la política, porque la Constitución española se reafirmó como Constitución catalana con el respaldo del 90,3% de los catalanes. Algo muy difícilmente superable, en términos de legitimidad democrática, se pongan Uds. como se pongan y saquen a la calle al número de personas que quieran sacar a la calle.

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Publicado en Filosofía práctica, Política | Comentarios desactivados en D. Pedro Gómez de la Serna

Promesa de futuro

“Vivir no importa. Lo que importa es navegar”, decía un refrán de la Grecia antigua. En un escrito de Platón consta que hay tres clases de hombres: los vivos, los muertos y los que van sobre la mar. La pasión de navegar arrastraba a los individuos de aquel pequeño pueblo antiguo. De ella están tomadas muchas metáforas que hoy hallamos en sus libros. No parecerá demasiado pretencioso que hoy haga yo uso de una comparación semejante para mostrar lo que es la historia, una dedicación que ellos apenas cultivaron, y cuando lo hicieron no fue por el afán de conocer el futuro.

Hay que imaginar un barco que navega de noche, no lleva luz alguna en su proa y sí en su popa, de manera que el marinero que está de guardia en esta parte no ve nada cuando mira hacia adelante y solo un poco y con esfuerzo cuando mira hacia atrás. La linterna de popa arroja un haz de luz débil e imprecisa, pero a veces suficiente para que el marinero se haga una idea del rumbo que lleva el barco. Sin embargo, casi nunca le sirve de mucho, porque la mar se altera con excesiva frecuencia, la nave cabecea a menudo y cambia muchas veces su dirección de manera imprevista, de manera que la estela que va dejando apenas sirve para saber por dónde ha pasado el barco y, desde luego, no para adivinar por donde irá. Para mayor confusión, hay ocasiones en que no llega a dibujarse estela alguna, de manera que entonces ni siquiera le es dado saber lo que ha sucedido antes del momento justo en que se halla y no puede hacer más que conjeturas y trazar posibles derrotas en su imaginación o bien echar mano de mitos y leyendas que él sabe que un hombre sensato no debe nunca tomar en serio.

La historia es igual que ese barco. Un hombre solo puede saber algo del pasado si al paso de la embarcación se ha formado una estela que él pueda ver mirando desde la popa hacia atrás. La visión de la historia es retrospectiva siempre, nunca prospectiva. Se dirige siempre al pasado, nunca al futuro. Y aún el pasado le es en gran manera desconocido. Como mucho, podrá delinear la trayectoria general que ha seguido hasta él, o tal vez sea mejor decir que la estela no lleva hasta él, sino que parte de él. El barco pasa trazando un curso, a cuyos lados se han ido organizando las moléculas de agua durante un instante. Es el barco el que traza la estela, no ésta la que lleva a él. Esto es algo que conviene no olvidar.

Que presuman los aspirantes a profetas y los visionarios de toda estirpe de su oficio. Un hombre sensato no les concederá crédito alguno. Ni siquiera se lo concederá cuando acierten. ¿Acaso podía marrar en sus predicciones aquel sacerdote romano que anunciaba a una mujer embarazada que tendría un niño, pero luego apuntaba en su registro que sería niña? Si resultaba lo primero, la mujer podía quedar convencida, y, si resultaba lo segundo, también, pues había acertado el libro del embustero.

Los visionarios se vuelven peligrosos cuando toman la proa del barco y quieren dirigirlo hacia el futuro. Se vuelven muy peligrosos si la gente los sigue, lo que ocurre con mucha facilidad, pues muestran un semblante esperanzado y prometen la felicidad. Son los bienhechores del género humano. Se lo creen ante todo ellos mismos. El mañana les pertenece. ¿Cómo no van a estar en lo cierto? Los que no se lo concedan son unos malvados. Y así, de esta manera tan simple, una zanja divide a los buenos de los malos y todo lo demás viene a continuación. La canción que sigue es un buen indicativo de esto que digo:

The sun on the meadow is summery warm
 The stag in the forest runs free
 But gathered together to greet the storm
 Tomorrow belongs to me
 Tomorrow belongs to me
The branch on the linden is leafy and green
 The Rhine gives it's gold to the sea
 But somewhere a glory awaits unseen
 Tomorrow belongs to me
 Tomorrow belongs to me
The babe in his cradle is closing his eyes
 The blossom embraces the bee
 But soon says a whisper, arise, arise
 Tomorrow belongs to me
 Tomorrow belongs to me
Now Fatherland, Fatherland, show us the sign
 Your children have waited to see
 The morning will come when the world is mine
 Tomorrow belongs to me

(Secuencia de la película Cabaret)

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Sobre la cautela

La victoria suele ser mala consejera. Por eso no es de extrañar que aprenda mucho más el vencido que el vencedor. No se debe en ningún caso vencer al que es superior, porque los superiores son los que más odian la superioridad y, no pudiendo aceptar nunca que han sido derrotados, guardarán dentro de sí la humillación siempre presta a convertirse en venganza.

Luego se debe afinar al máximo la cautela, hasta convertirla en al arte que moldure nuestra personalidad. La cautela es a la superioridad de uno mismo lo que el desaliño a la belleza de la mujer hermosa. Si ésta no quiere ganarse la animadversión de las que no lo son, tiene que cubrir su cualidad con el desarreglo. Si el inteligente no quiere tener en contra suya a los enemigos que su inteligencia le procure, tiene que ser cauteloso. Dice Gracián que hay que imitar a los astros, los cuales, pese a ser hijos del Sol por la luz que de él reciben, nunca compiten con él. Y la inteligencia es el sol de las cualidades que todo individuo cree poseer, pues en su fuero interno nadie aceptará nunca que es imbécil.

Esto es así en todas las facetas de la vida y sobre todo en los negocios. Si has de entrar en tratos con alguien, no aparentes ser tan capaz e inteligente como él. Menos aún debes permitirte superarlo. Aparenta ser un poco menos nada más, pero no demasiado, pues a nadie le gusta tratar con sandios.

 

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Dependencia de los entes

El escultor hace la estatua, pero no la piedra, que es obra de la naturaleza. La acción de aquél produce una figura en una piedra, mas no la piedra misma. Así sucede siempre en los objetos del arte y la técnica, e incluso con las obras de la propia naturaleza. Cuando el frío produce el hielo lo hace a partir del agua y cuando nace un árbol es siempre a partir de una semilla que ha podido germinar en el suelo. El material de que se hacen las cosas siempre precede a las cosas.

El que tiene fe en un Dios creador tiene que presuponer que Dios no actúa ni como la naturaleza ni como el hombre, pues entonces habría algo, la materia de que se hacen las cosas, que no sería creada por Él. La materia tiene que ser también obra suya. No debe admitir, por otro lado, que al darse el acto creador se produce un cambio en el ser creado, porque, dado que todo cambio exige un sujeto, habría algo que precede al cambio mismo, lo cual negaría lo que acaba de decirse.

En realidad, crear no es cambiar algo. Nada sucede, pues, cuando Dios crea. Esto solo pasa cuando una materia dada, como la piedra, pasa a ser otra cosa, lo que es un cambio sucedido a un ser y requiere la existencia del tiempo. Pero en la creación no ocurre nada igual, porque todo lo que la cosa es pasa al ser y eso impide pensar en la cosa primero no existiendo y después existiendo. Esta forma nuestra de figurarnos el acto creador no se corresponde con él, si bien hay que aceptar que no tenemos otra manera de pensarlo, porque para nosotros, como dijo Wittgenstein, el mundo es lo que sucede (V. Wittgenstein, L., Tractatus logico-philosophicus, Madrid, Alianza, 1999, proposición 1), y lo que está fuera del mundo está fuera del alcance de nuestra manera de representarnos la realidad. Esta es la razón de que digamos erróneamente que crear es hacer algo a partir de la nada, pues con esto nos estamos refiriendo al cambio, siendo así que en la creación nada cambia. Cuando no hay cambio ni movimiento el estar haciendo algo y el estar hecho son una y la misma cosa. Una acción así se parece al pensar, porque pasar de no pensar a pensar es estar pensando ya. Lo que está haciéndose es ya, y lo es por otro. No hay transición de un estado a otro estado.

Una vez anulada la relación entre un antes y un después, entre un primer y un segundo momentos del movimiento, queda la relación entre el ser que causa y el ser causado. En dicha relación y no en otra cosa consiste  el poder creador de Dios y su acto mismo de crear, pues lo que Él hace pertenece a su esencia: en una dependencia de las cosas con respecto a Él. Es así porque la relación entre Dios y la cosa creada no es una relación de doble sentido, como la que se da entre el padre y el hijo, donde el primero no es lo que es, padre, si el segundo no es a su vez lo que es, hijo, y viceversa. Si hubiera relación de Dios hacia la cosa entonces no sería un ser absoluto. No sería Dios. Esta clase de relación solo puede ser de razón, no real. La relación real se da desde la cosa hacia Dios. Ésta no es algo accidental, sobrevenido a la cosa, sino principio de su ser mismo. Las cosas naturales son, por tanto, seres relativos a otros

(Cf. Santo Tomás de Aquino, Summa theologica, q. 45, arts. 2 y 3)

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La causa universal

En el Liber de causis se dice que, de las cosas creadas, la primera es el ser, lo que ha de entenderse como que lo que se crea no es tal o tal otro ser, sino el hecho de que sea (V. Aquino, T., Summa theologica, q. 44, art. 5). Es necesario comprender que en esta noción el Aquinatense va más allá de lo que fueron los antiguos filósofos, incluyendo a Platón y Aristóteles. En la q. 44, art. 2, de la Summa theologica hace un breve recorrido por el camino seguido hasta llegar a la verdad de estas cosas.

En un primer momento, dice los antiguos no admitieron otros seres que los sensibles y corporales y a partir de esa convicción unos veían el movimiento y el cambio como aumento o disminución en la densidad, otros como la acción de la amistad y la discordia, etc. Todos pensaban que lo principal de los cuerpos, algo en lo que todos ellos deben consistir en realidad, es eterno y en ello cifraban la naturaleza de todo.

Vinieron luego otros que, aun admitiendo que la materia es eterna, observaron que se distingue de las formas sustanciales y que, según sean éstas y según se vayan sucediendo en ella, así serán los cuerpos de una manera u otra. Estos, entre los que se contaban Platón y Aristóteles, atribuyeron los cambios a causas más universales. Pero, dado que “la materia se contrae por la forma en una especie determinada”, estos filósofos continuaron considerando el ser desde un punto de vista particular. Particular es, desde luego, un ser concreto y también una especie frente a las demás, como al tomar en consideración al hombre frente a los animales.

Todavía faltaba el paso que consistía en pensar el ser en cuanto ser y considerar la causa de las cosas no en cuanto se trate de éstas o aquéllas, lo que siempre será considerarlas en particular, sino en cuanto son ser y esto es lo que importa ahora, pues lo que sea causa de una cosa en cuanto que es ser lo será también en cuanto que es tal ser. Y así debe ser entendida la acción de la causa creadora: como causa universal del ser universal.

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