¿España vaciada?

Es cierto que una parte del territorio español está poco poblada en la actualidad, pero no que se trate de una “España vaciada”, porque el participio indica una intención perversa de algo o alguien. ¿Del capitalismo acaso? ¿De la especulación?

En España, como en otros países, aumentaron la producción y la reproducción durante muchos años de un modo sostenido y firme. Pero la población no creció en todas partes por igual, porque mucha gente emigró hacia las grandes ciudades.

El fenómeno era conocido mucho tiempo atrás. Incluso Engels observó algo parecido en Manchester, pero no lo comprendió. Se había observado ya que alrededor de grandes urbes, como El Cairo, Calcuta, México, etc., había crecido un cinturón de suburbios y chabolas, algo que la vulgata marxista interpretaba como un proceso de destrucción de las poblaciones campesinas adyacentes, cuando la realidad era que el crecimiento de las ciudades favorecía a tales poblaciones. Esas ciudades alimentaban a millones de individuos que habrían muerto o ni siquiera habrían nacido si no hubieran emigrado a ellas. No lograron sobrevivir porque los acogieran amablemente, sino porque, una vez que no había para ellos tierras cultivables en el campo, hallaron un medio de vida en la renta no consumida por los hacendados de las grandes urbes.

En esas grandes aglomeraciones urbanas entraron en contacto con la economía de mercado y sus indudables ventajas, como la mayor abundancia de bienes de consumo, la asistencia médica, la higiene y la educación. Lejos quedó el agro y su idealización propia de urbanitas que lo desconocen por completo. Si en algunos lugares viven aún en la miseria no es porque su decisión de emigrar fuera errónea, sino por el intervencionismo de los gobernantes, que siguen las consignas de los sindicatos, los partidos políticos que se llaman a sí mismo de izquierda y otros reformadores sociales, que protegen los “derechos” de los trabajadores ya establecidos, obstaculizando la oferta de trabajo de esos grupos de inmigrantes y los beneficios que podrían reportarle.

Este ha sido un proceso general que también se ha seguido en España desde los tiempos del franquismo, si bien no con los efectos indeseables citados a propósito de las grandes urbes mecionadas. Así lo pronosticó antes de que se cumpliera Román Perpiñá, en 1953, traído ahora a la memoria por Amando de Miguel. La emigración del campo a la ciudad y el consiguiente despoblamiento de aquel ha llenado de gente seis zonas de la península y el centro de la misma: las comprendidas entre Barcelona y Tarragona, Valencia y Alicante, Sevilla, Cádiz y Málaga, Lisboa y Oporto, Pontevedra y La Coruña, Vizcaya y Guipúzcoa, y, por último, Madrid.

El proceso habría continuado en el presente si no se hubieran frenado planes como el trasvase del agua sobrante del Ebro a las sedientas tierras de Murcia, lo que fue obra de Zapatero, sirviente de sediciosos en España, que veían en el trasvase la articulación del territorio español, y de déspotas en América. Otro ejemplo puede ser la vía del AVE hasta Bilbao, que también también debe contrariar a los sediciosos vascos.

Comprendemos ahora que esos desplazamientos eran indispensables para la industrialización de España, su mayor productividad y la elevación del nivel de vida para la mayor parte de la población. Era necesario que la población se concentrara en el centro y la periferia, tal como he señalado. Una consecuencia inevitable fue el abandono de amplias zonas del interior, lo que ahora se ha dado en llamar “España vaciada”, una España que sólo vaciaron sus propios habitantes.

Pero esto no ha sido una señal de atraso, sino todo lo contrario. Gracias a ese proceso ha habido en España un gran desarrollo económico durante más de sesenta años. La llamada izquierda parece ahora querer repoblar esas tierras. ¿Haciendo que la industrialización haga el camino de vuelta? Más bien hay que pensar que es pura añagaza electoral para conseguir los votos que le faltan para seguir detentando el poder político. Dado que proclama su fe en el ecologismo, más le valdría promover grandes parques naturales, rutas de caminos y senderos para el turismo rural, espacios para la caza y otros mil programas que podrían llevarse a cabo en España mucho mejor que en otros países de Europa, precisamente porque el vaciamiento del campo a favor de la ciudad se hizo mucho mejor que en la mayoría de los países europeos. Más le valdría a la sedicente izquierda y a todos nosotros.

(Previamente publicado en Minuto Crucial el 09/12/2021)

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Acerca de Emiliano Fernández Rueda

Doctor en Filosofía por la Universidad complutense de Madrid. Profesor de filosofía en varios centros de Bachillerato y Universidad. Autor de libros de la misma materia y numerosos artículos.
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