“Y si habla mal de España, es español”. No falla. Pocas verdades hay tan seguras como ésta desde hace varios siglos, desde que España fue un Imperio Generador. La profieren de vez en vez ciertos individuos cuyos antepasados biológicos de hace cinco siglos marcharon a las Américas y las civilizaron, dándoles lengua, religión (la religión verdadera), arte, derecho, arquitectura, universidades y moral. Individuos cuyos antepasados biológicos de hace dos siglos decidieron que era conveniente separarse de la Madre Patria y fundar sus predios propios y exclusivos, unas veces para no tener que aceptar la Constitución liberal de Cádiz, como fue el caso de Méjico, otras para entregarse al Imperio Inglés, como fue el de Colombia y los demás.
A un Imperio Inglés entonces triunfante, después de las catástrofes napoleónicas, que no se dedicó a extender derecho y civilización en Sudamérica y el Caribe, sino a extraer materias primas de esos territorios, con la colaboración de las castas criollas cuyos antepasados eran también españoles, porque tuvieron en esa traición a su rey y a su pueblo una ocasión de enriquecerse a costa de ellos. Hasta el día de hoy. El penúltimo de estos calumniadores españoles ha sido el actual presidente de Colombia. Vendrán más. Vendrán cada vez que tengan necesidad de ocultar con el velo de la leyenda negra sus partes pudendas.
El actual presidente de Colombia cuenta entre sus proezas haber pertenecido al M-19, una de cuyas hazañas fue la toma de unos trescientos cincuenta rehenes en el asalto al Palacio de Justicia de Bogotá el año 1985, de los que murieron más de cien. El señor Presidente actual de Colombia no se ha arrepentido ni ha condenado ese y otros crímenes perpetrados por su grupo terrorista. Tampoco parece preocuparle gran cosa el hecho de que el fiscal general de Colombia haya huido estos días del país con su familia por temor a ser asesinado.
¿Qué hará el actual señor presidente de Colombia para llevar la democracia a su país, habida cuenta de que la democracia es un régimen de clases medias y de que el uno por ciento de los propietarios de Colombia es dueño del ochenta y uno por ciento de la tierra cultivable, que el 0,1 de las fincas de más de dos mil hectáreas ocupan el sesenta por cien de la tierra, o que, en el presente, de los veintidós millones de hectáreas cultivables, sólo se cultivan siete? ¿Dónde están los planes de este economista que ha ocupado la presidencia de la nación colombiana, o es que su tesis tiene el mismo origen que la del de la nuestra?
Pero no. Al presidente de Colombia le interesan otras cosas más importantes. Una de ellas, siniestra, es que los antiguos terroristas ocupen magistraturas. Es lo que llama Paz total. Otra, ridícula, tiene que ver con no sé qué yugo que él dice que existió hace quinientos años.
¿A qué ha venido este hombre a nuestra tierra? ¿Qué cosas tan importantes tenía que decir a nuestro Parlamento? ¿Por qué esta ofensa gratuita a España? Y Feijóo aplaudiendo. Él muy… PP. Siempre igual.