Un hecho del pasado adquiere el carácter de mito cuando es utilizado a modo de cuadrícula con la que encasillar a individuos o grupos con la intención de enaltecer a los de la propia grey y de injuriar a la del otro. Entonces ya no es el hecho lo que interesa, sino convertir la idea del mismo en arma con la que destruir al adversario.
Así es la Guerra Civil Española en manos del PSOE. Comienza el texto del Anteproyecto de Ley de Memoria Democrática delineando un progreso apenas interrumpido, siempre adelante, siempre hacia arriba, hacia la democracia, los derechos, etc., como punto omega hacia el que todo venía apuntando en España desde las Cortes de Cádiz. El PSOE alaba la Pepa… ¿No se declaró afrancesado con Zapatero? ¿No lamentaba el fracaso de Pepe Botella y, con él, de la Ilustración que a toda España se habría extendido?
Es la memoria que hay que recuperar, dice el anteproyecto. Sin embargo, no habiendo otra memoria que la individual, solamente podría recuperarla quien tuviera cien años o más, lo que no serviría para nada, aunque hubiera veinte millones de individuos en esa situación, porque los recuerdos de las personas son contrarios entre sí y si la ciencia de la historia consistiera en ellos, el resultado sería una montaña de escombros mentales. El historiador no trabaja con la memoria, sino con el entendimiento, que aplica a los restos del pasado para reconstruirlo de manera coherente.
En ausencia de alguna idea que merezca el nombre de idea, se recurre a una falsa representación religiosa, a una memoria colectiva que se habría oscurecido y que, no obstante, es preciso recuperar. Es obvio: si hay que recuperarla, es que estaba ya ahí. ¿Dónde? Seré piadoso y responderé lo que manifestó Borges en uno de sus versos: “Y cifra en su profética memoria, las lunas que serán y las que han sido”.
No hay en parte alguna, ni es posible que haya, memoria de todas las lunas que han sido y menos aún de las que serán. Que todo se conserva es en rigor una convicción infantil, utópica, que puede resultar bella en un soneto, pero es vacua y peligrosa en la realidad. No hay tal. No existe memoria colectiva ni individual que haya que restablecer. La historia de los historiadores no es así. Esto es ideología, falsa representación, elevada al rango de ley.
(Previamente publicado en Minuto Crucial el