La guerra de Ucrania

Las naciones europeas han puesto todo su empeño en liquidarse unas a otras durante demasiado tiempo. Un ejemplo: después de más de cien años de guerra entre mediados del siglo XVI y mediados del XVII, una vez que comprobaron que no podían destruirse, acordaron la Paz de Westfalia, de donde surgió un orden que consistía en vigilarse unas a otras para evitar que ninguna se alzara con la hegemonía sobre las demás. En realidad, seguían estando en guerra, si, como advirtió Hobbes, guerra no es batalla, sino disposición a batallar cuando no hay garantía de paz. Tampoco un día nublado tiene que ser un día de lluvia, sino de amenaza de lluvia.

Dos terribles contiendas del siglo XX, que los europeos, sintiéndose el centro del universo, llamaron Guerras Mundiales, hicieron que el orden westfaliano saltara por los aires. Lo que quedó en un campo de batalla devastado por el hierro y el acero fue un cierto número de naciones que habían sido imperios alguna vez en la historia pasada. Unas cuantas naciones contraídas a las fronteras de sus metrópolis anteriores que lograron su supervivencia porque fraguaron entre ellas una unión y porque se pusieron a la sombra del árbol de la OTAN, es decir, de la potencia militar de los Estados Unidos de América, en quien delegaron su defensa propia. Luego se dedicaron a convertirse en un parque temático.

De paso, olvidaron deliberadamente que Rusia no es una nación más, como ellas, sino una que solamente sabe tener fronteras ampliándolas, como se ha puesto de manifiesto en multitud de ocasiones a lo largo de la historia. Una de ellas fue durante el Congreso de Viena de 1815, cuando el zar Alejandro I, un iluminado ortodoxo, pretendió que la civilización rusa se extendiera desde Lisboa hasta Vladivostok. Otra durante el reinado de Stalin, un iluminado soviético que primero pretendió ampliar el comunismo ruso a todo el planeta y luego, comprendiendo que era imposible, se rodeó de un cinturón de países como Polonia, Hungría, los Bálticos, etc., contra Occidente. Con él tuvo su máxima expansión la Gran Rusia.

Putin no hace otra cosa que continuar una saga muy antigua y siempre renovada, de modo que se equivocan quienes le atribuyen a él, y no a Rusia, el plan de expansión en Europa.

El problema de nuestro presente, cuando ya ha transcurrido un año desde la invasión de Ucrania, es si estamos acabando una etapa o comenzando otra distinta. Se dirá que si vence Rusia o si, por el contrario, vence Ucrania, se habrán acabado nuestras tribulaciones y volveremos a la situación anterior, pero ninguna de las dos soluciones parece posible. Sin embargo, hay una probable, intermedia, que tal vez sea la que se abra paso: el estancamiento indefinido de la guerra.

Aparte de esto, ¿quién está ganando con este conflicto? Según creo, Occidente no. Entiendo por Occidente principalmente las democracias liberales de Europa y Estados Unidos. El eje Rusia-China está funcionando bien y hay otros grandes países, como India, Turquía, Nigeria, Irán o Brasil, que están al acecho para alinearse con unos u otros según la dirección que tome este conflicto.

Es poco lo que se ha ganado y mucho lo que se puede perder si no es verdad que estamos al final de una etapa que debería cerrarse con una victoria sin paliativos sobre Rusia. ¿Por qué? Porque el comienzo de una etapa distinta podría consistir en el desencadenamiento de una guerra atómica cuya magnitud no tendría por qué se la del Armagedón que algunos profetas vaticinan. Sería el comienzo de un nuevo orden entre naciones.

Si pienso que esto es posible es porque, debido a que un mes sí y otro también, Rusia, como el gorila que golpea su pecho con sus manos como si fuera un tambor con el fin de aterrorizar a su adversario, alardea de su armamento nuclear, y que ello impide, por temor a una escalada, que la OTAN destruya el ejército convencional ruso en Ucrania en un par de semanas.

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Acerca de Emiliano Fernández Rueda

Doctor en Filosofía por la Universidad complutense de Madrid. Profesor de filosofía en varios centros de Bachillerato y Universidad. Autor de libros de la misma materia y numerosos artículos.
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3 respuestas a La guerra de Ucrania

  1. RDC dijo:

    No sé hasta qué punto esta guerra está pactada entre los disitntos bandos dominantes. Al final, no me creo mucho de cuanto se hace público, porque lo público desde hace décadas, sólo es un teatro para poner en escena esas ideas que permitan pastorear al rebaño y modelar las sociedades.

    Esta guerra, de momento, va de coña a los grandes lobbies (qué ponen y quitan presidentes) para justificar la inflación, con la cual se acometen, cómo mínimo dos objetivos: reducir el consumo y que la clase medie pague la fiesta de décadas de darle a la impresora.

    Apelando al miedo la gente asume perder dinero.

    Pero en fin, es sólo una opinión

  2. Emiliano Fernández Rueda dijo:

    Esa opinión es próxima a la teoría de las conspiraciones.
    Lo real es que un Rusia, que se había comprometido a respetar las fronteras de Ucrania, la ha invadido tratando de anexionarla a su territorio.
    No parece que esto se deba a un pacto entre actores. ¿Rusia, China, Estados Unidos, varias naciones europeas? No es creíble.
    Un saludo.

  3. RDC dijo:

    lo que sé es que todos los bancos centrales occidentales llevaban des del 2010 intentando generar inflación para secar el enorme endeudamiento. Lo habían probado todo y nada, más bien lograron llevar llevar los intereses en terrenos negativos y meterse en una deflación de precios a su ver muy preocupante.

    Al final Ucrania les ha servido para disparar la inflación, bajar el consumo, etc….
    No soy conspiranoico sino que abrazo las teorías de las casualidades

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