Muchas veces se han visto como hermanos gemelos el nacionalsocialismo y el marxismo. No es correcto, pese a que los nazis alardeaban de ser el verdadero socialismo. Con todo, hay que traer a la memoria una semejanza importante, que comporta una diferencia.
El marxismo de Marx, Lenin y Stalin no fue biologista como el nacionalsocialismo, pero sí coincidió con él en su cientificismo. La diferencia entre ambos era que el cientificismo de los nazis era naturalista y el del marxismo historicista. (V. Hannah Arendt (Los orígenes del totalitarismo, Taurus, 1974)
A esa diferencia aludía Engels en su discurso pronunciado ante la tumba de Marx en el cementerio de Highgate el 17 de marzo de 1883:
Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto bajo la maleza idológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombres y con arreglo a la cual deben, por tanto, explicarse, y no al revés, como hasta entonces se había venido haciendo.
Lo mismo que Darwin había descubierto la selección natural, la ley fundamental de la naturaleza viva, Marx había descubierto el materialismo histórico, la ley fundamental del desenvolvimiento de las sociedades en la historia.
Ambas ideologías quisieron hacer suyo el prestigio de la ciencia. Ambas incurrieron en aberraciones con aspecto de investigación racional. En el régimen de Hitler destacó Alfred Rosenberg, autor de la teoría racial, de la del Lebensraum y del Cristianismo positivo, una fe de transición hacia el nacionalsocialismo. En el de la Unión Soviética se dio libre curso a la teoría “proletaria” de Lamarck, defendida por Iván Vladímirovich Michurin y Trofim Lysenko, frente a la “burguesa” de Mendel, con el refrendo explícito de Stalin, según consta en carta dirigida por éste a Lysenko el 31 de octubre de 1947:
Estimado Trofim Denisovich,
En cuanto a la situación de la biología en el ámbito teórico, pienso que la postura de Michurin es la única que realiza un enfoque científico válido. Los weissmanistas y sus seguidores, que niegan la herencia de características adquiridas, no merecen entrar en el debate. El futuro pertenece a Michurin.
Un saludo,
J Stalin
(http://es.wikipedia.org/wiki/Trofim_Lysenko)
Ni el actual sistema de Rusia ni la ideología que sigue Putin son marxistas ni nacionalsocialistas. Son una amalgama de ambos sistemas. Es algo que merece estudio.