Deseducación española

En un seminario organizado por el MEC el año 2005 sobre la formación de los profesores de Bachillerato a propósito del sistema LOGSE, dijo lo siguiente la señora doña Pilar Benejam Argimbau, catedrática de Didáctica dela Universidad Autónoma de Barcelona:

«La reforma iniciada en la década de los años 80 y concretada en el 90 con la LOGSE (…) representó una respuesta a las nuevas exigencias democráticas y sociales de igualdad, integración, atención a la diversidad y preparación para el ejercicio de la ciudadanía. Tales iniciativas, acordes con una visión política socialista, también fueron vistas positivamente por el mundo del trabajo, dado que la economía reclamaba más formación para trabajadores y usuarios en un mundo tecnificado y en cambio acelerado. Esta ley vino arropada por una teoría educativa actualizada acerca de los procesos de enseñanza y aprendizaje, pero olvidó la formación inicial del profesorado que había de hacer posible todos esos cambios. Los estudios de magisterio dieron cabida a nuevas especialidades pero no renovaron sus planteamientos, mientras la formación inicial del profesorado de secundaria se abordó tarde y mal y no pasó de decreto. De manera inexplicable, gran parte de los profesores, los políticos y la sociedad en general siguió confiando en que para enseñar a nivel de secundaria lo realmente importante era una buena preparación académica.»

La misma señora Catedrática “a nivel de” Didáctica añadió por si no se le había entendido bien:

«Recientemente, la fugaz Ley de Calidad de la Educación (del Partido Popular) modificó las políticas educativas inspiradas en el estado del bienestar y dio paso a lemas como la excelencia, la calidad, la competitividad, el esfuerzo, la selección y la cuantificación.”

Pero una sociedad que tienda al bienestar necesita ser productiva económicamente y en esto tiene un papel de primera importanciala educación. Laaptitud para el aprendizaje, la mejor disposición para el cambio y para la solución de problemas, la capacidad de entender, producir y manejar tecnología de última generación, de introducir innovaciones en la producción, el mercado, los servicios, todo lo que, en suma, se llama capital humano, es el primer activo económico de un país, superior incluso a la abundancia de materias primas, a la riqueza agrícola del suelo y a la posición geográfica. La buena preparación de los ciudadanos en la educación pública es por esto un pilar económico de primera magnitud y una condición indispensable del bienestar de la sociedad o de la sociedad de bienestar. Lo corrobora el Informe de la Unión Europea de 2007, según el cual “para que aumente la productividad –en España-, debería incrementarse la cantidad y calidad del capital físico, humano y de conocimiento”.

Pero en esto está fracasando la instrucción pública española en general, como ya mostró el informe PISA (evaluación de 20.000 alumnos españoles, de 686 centros) (Programme for International Student Assessment o Programme international pour le suivi des acquis des élèves) de la OCDE, un organismo que agrupa a treinta países miembros y veintisiete asociados. Según dicho informe, el nivel de conocimientos científicos de los muchachos de quince años es inferior a la media de la OCDE. Este organismo establece en 500 puntos un nivel aceptable, pero España está en 488 (Andalucía a la cola de España, con 474, la primera comunidad española es Castilla-León, La Rioja, Aragón, Cantabria, Asturias, Galicia, País Vasco y Cataluña), la media de la OCDE está en 491. Estamos en el puesto 20 de los países de la OCDE y en el 31 en el total. En matemáticas en el 24. En comprensión lectora a los nueve años de edad solamente están por detrás de España tres países: Grecia, Turquía y México.

¿Y la universidad? La Universidad JiaoTongha publicado un baremo de calidad investigadora que sitúa a España en el decimonoveno lugar del mundo, sin una sola universidad entre las 20 más destacadas, solamente una entre las doscientas mejores y nueve entre las quinientas. Los resultados publicados por The Times son similares.

Nuestro sistema educativo ha estado dejando pasar el tiempo desviándose por el camino equivocado. Y no se trata solamente de invertir dinero en él, sino de encaminarlo hacia los fines adecuados, para lo que es imprescindible considerar que es uno de los grandes problemas de Estado, extraerlo de las luchas partidarias y no ceder ante las presiones disgregadoras de los nacionalistas de diversa laya que hoy todo lo corrompen.

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Acerca de Emiliano Fernández Rueda

Doctor en Filosofía por la Universidad complutense de Madrid. Profesor de filosofía en varios centros de Bachillerato y Universidad. Autor de libros de la misma materia y numerosos artículos.
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