Se dice que ha disminuido considerablemente el consumo de medicamentos desde que se ha instaurado la obligación de pagar una parte mínima de los mismos para cada individuo que los demande. Como es de creer que, salvo algunas excepciones, nadie haya dejado de medicarse según su necesidad, hay que pensar que antes había un exceso innecesario de gasto porque se trataba de productos gratuitos o casi gratuitos.
Que una persona pague una parte importante de su medicación le hace ser más responsable de su propia salud y se exime de paso a otros de la obligación de pagar impuestos por él. El beneficio, pues, es doble, pues se gana en libertad y se disminuye la exacción del patrimonio de los ciudadanos. Si se hiciera lo mismo con la educación y las pensiones, entonces se estaría encaminando a los individuos por el camino de la libertad, que no es otra cosa que enseñorearse de sí mismos, de su salud, su preparación para el trabajo, su presente y su futuro. Y también el de sus hijos, claro está. De paso se valoraría mucho más lo que ahora se menosprecia: el trabajo intelectual, la dedicación de los médicos, la atención a los ancianos, etc. Como todo eso es ahora como el aire, que cada cual toma lo que necesita, no se entiende que tenga un dueño al que hay que resarcir con justicia.
Pero es necesario bajar los impuestos que ahora se dedican a montar esa enorme estructura denominada “Estado de bienestar”, a cuyo servicio y mantenimiento se dedican tantas oficinas, cargos funcionariales, departamentos estatales, autonómicos, locales, etc. Las CCAA, según parece, se justifican ante todo por dedicarse a eso. ¿No seríamos todos mucho más capaces económicamente si se disolvieran porque se han quedado sin tener nada que hacer?
Si cada uno dedicara una parte de su propiedad a satisfacer sus necesidades de formación, sanidad, ancianidad, etc., en lugar de ver cómo durante toda su vida tiene que estar pagando impuestos para que el Estado protector lo haga en su lugar, es seguro que viviríamos todos con más holgura económica y menos dependencia política.