Ningún hombre tiene derecho de dominio sobre otro hombre. En el orden natural nadie viene obligado a estar a disposición de otro, dice san Agustín en De civitate Dei. Con todo, es necesario vivir en comunidad, porque el estado de anarquía lleva a la más extremada dependencia y esclavitud.
En un estado así hay que pertenecer a alguno de los grupos que se forman de manera espontánea, pero las normas de los grupos son mucho más crueles que las de una comunidad política. En la banda de los cuarenta ladrones se castigaba con la muerte la simple sospecha de delación y algunos grupos religiosos prometen penas eternas por delitos que la ley civil deja al arbitrio del sujeto. Para no ser matados o esclavizados por cosas de poca monta, pese a lo que cree el anarquista, es conveniente y bueno pertenecer a una comunidad política. Sigue leyendo