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Principio y causa
Los textos principales que Aristóteles dedica a hablar de las causas y los principios son los libros V y XI de su Metafísica y los I y II de su Física.
En Metafísica, I, dice que el principio y la causa son convertibles, como convertibles son la unidad y el ser, pues decir ser es decir uno y decir uno es decir ser. Sin embargo, la idea de causa parece añadir algo a la de principio. El panadero es causa del pan. También es principio suyo, porque en su acción se origina el pan. Algo semejante sucede cuando una cosa pasa de tener un color a tener otro, pero también algo diferente, pues, aunque el segundo color tiene su principio en el primero, no tiene en él su causa. Por esto no se dice que si una cosa ha pasado de ser negra a ser blanca la causa de lo blanco está en lo negro, porque la causa solo es causa cuando de su ser se sigue otro, como del fuego se sigue el calor.
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Las cuatro causas
En fichas pasadas han quedado descritos los tres principios del cambio: la materia, la forma y la privación. No basta, sin embargo, con ellos para entender el movimiento, porque lo que es materia para algo y está privado de ello no se convierte en algo por sí solo. La harina no se hace pan ella misma y hay necesidad de un agente externo para que eso suceda. Hace falta algo o alguien que obre sobre la materia para que adquiera un ser y debe obrar sobre el hacerse, no sobre el ser mismo.
Además de este elemento agente externo, debe haber otro, que es aquello a que tienden todo movimiento y toda generación, si es verdad lo que dice Aristóteles en el libro II de la Física. Y que Aristóteles está en lo cierto lo dice Avicena aduciendo que a quienes objetan que el tender a un fin es propio solo de los seres capaces de deliberar y que los no capaces no pueden tender a él, hay que responder que el citarista no necesita deliberar en cada una de las percusiones que hace sobre las cuerdas de la cítara, que basta con que haya deliberado al principio para cumplir su fin, interpretar la melodía, y que si tuviera que deliberar a cada instante su interpretación de la misma sería mala. Luego no hay dificultad en admitir que el agente natural tiende a un fin sin deliberar. Basta con que en él haya una tendencia al mismo.
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Privación y materia prima
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Principios del devenir
Lo que es sustancia o accidente está en acto en algún sentido y puede llamarse forma, como lo que está en potencia, ya sea respecto a la sustancia o al accidente, se puede llamar materia. Es porque practica la filosofía por lo que Aristóteles se hace filósofo en acto y lo era en potencia cuando su padre Nicómaco lo envió a la Academia de Platón. Pero es por la conjunción de su padre y su madre por lo que Aristóteles fue primero un hombre en potencia y después un hombre real.
La producción de un ser cualquiera es un camino que se dirige o bien a la aparición absoluta de ese ser, como cuando nace un hombre, o bien a la aparición de algo relativo a él, como cuando Aristóteles se hace filósofo. En el primer caso se trata de la producción de una forma sustancial y en el segundo de una accidental. En ambos se pasa del ser al no ser. También se puede dar el paso contrario, del ser al no ser. Entonces sucederá que una cosa deja de existir, como cuando muere un hombre, o bien deja de ser algo, como ocurriría si Aristóteles ya no fuera filósofo.
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Publicado en Filosofía teórica, Ontología, Metafísica
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Materia ex qua – materia in qua
De dos maneras puede darse una cosa: pudiendo ser y siendo ya de hecho o en acto. A lo primero se le llama tener la posibilidad de existir o estar en potencia, a lo segundo existir ya o estar en acto. Cualquiera de estas dos maneras de darse algo cosa puede entenderse como perteneciente a la sustancia misma de la cosa o bien como siendo algo accidental. No es lo mismo, en efecto, que Aristóteles sea sea hombre o que sea filósofo.
Publicado en Filosofía teórica, Ontología
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Dependencia de los entes
El escultor hace la estatua, pero no la piedra, que es obra de la naturaleza. La acción de aquél produce una figura en una piedra, mas no la piedra misma. Así sucede siempre en los objetos del arte y la técnica, e incluso con las obras de la propia naturaleza. Cuando el frío produce el hielo lo hace a partir del agua y cuando nace un árbol es siempre a partir de una semilla que ha podido germinar en el suelo. El material de que se hacen las cosas siempre precede a las cosas.
El que tiene fe en un Dios creador tiene que presuponer que Dios no actúa ni como la naturaleza ni como el hombre, pues entonces habría algo, la materia de que se hacen las cosas, que no sería creada por Él. La materia tiene que ser también obra suya. No debe admitir, por otro lado, que al darse el acto creador se produce un cambio en el ser creado, porque, dado que todo cambio exige un sujeto, habría algo que precede al cambio mismo, lo cual negaría lo que acaba de decirse.
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