La Utopía de Tomás Moro

Al abordar el siglo XVI los libros de historia destacan las luchas religiosas y políticas derivadas de la Reforma protestante y dan menos importancia a los graves desequilibrios ocasionados por la implantación de un nuevo modelo económico y el abandono del anterior. Los hombres reflexivos del momento tampoco fueron conscientes de este hecho, por lo que sus ideas, valoraciones y propuestas de solución, cuando las hubo, quedaron atrapadas en una visión moral y social que estaba feneciendo ante ellos.

Uno de ellos fue Tomás Moro, el autor del primero libro que llevó el nombre de Utopía y tal vez el que puso en circulación el término. La obra expresa el disgusto del autor ante un modelo económico que consiste en comprar bienes a bajo precio en un lugar para venderlos en otro a un precio más alto y ofrece como alternativa la vida en comunidad de los utopienses, habitantes de una isla del Atlántico, pues no en vano el Mediterráneo había sido desplazado como lugar de aventuras fantásticas después del descubrimiento de Colón.

Esa clase de comunidad pertenecía realmente al pasado. Platón, sabiendo que una sociedad perfecta no puede existir, la había construido con pensamientos y, mucho tiempo más tarde, Santo Tomás de Aquino había vuelto a un ideal parecido. Se trataba de un tipo de sociedad en que cada grupo tiene una función que complementa las de los demás en orden al bien común.

La desarticulación de ese tipo de convivencia produce, según Moro, el gruño de los desheredados de la fortuna. Muchos hombres que han sido reclutados para la guerra no pueden volver al trabajo que les daba sustento antes de ella. La lana, que se ha convertido en la mercancía más rentable, ha arrasado la agricultura al transformar las tierras de pan llevar en pastos para las ovejas y ahora hay gente de más en los campos. ¿Qué salida se les puede ofrecer, si no es el robo para sobrevivir?

El código penal y el gobierno completan la tarea, uno aplicando castigos brutales a ladrones forzados y otro ocupándose en exclusiva de recaudar impuestos para las guerras.

Tomás Moro tenía en la mente la organización de la vida propia de un señorío feudal inglés, donde el noble administra justicia y protege a los súbditos, el clero atiende a las necesidades del culto, los campesinos cultivan la tierra y todos, en fin, están obligados con todos. En una sociedad así no tiene cabida la iniciativa individual y no es posible la libertad de mercado, pero Moro debió pensar que era una buena forma de tener buenos ciudadanos, de suprimir el ocio, atender a las necesidades de todos, reducir la miseria, promover la austeridad, eliminar los trabajos agotadores y practicar la virtud. Luego proyectó todo eso en su Utopía como una organización social ideal.

Su idea moral era elevada, sin duda alguna, pero estaba fuera de lugar y resultaba impracticable. Pensada en los albores de la economía capitalista y las guerras de religión, estaba destinada sin remedio a desaparecer una vez formulada. Frente las nuevas teologías políticas y la situación socio-económica emergente, fue más el canto del cisne del humanismo medieval que el anuncio de una nueva era. Por eso no tuvo importancia en el tiempo en que fue pensada.

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Acerca de Emiliano Fernández Rueda

Doctor en Filosofía por la Universidad complutense de Madrid. Profesor de filosofía en varios centros de Bachillerato y Universidad. Autor de libros de la misma materia y numerosos artículos.
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