Se ha elevado a Dugin a la condición de filósofo. Si eso fuera un error, porque él no fuera efectivamente un filósofo, sino un ideólogo, sólo sería un error corriente, porque hoy todo ideólogo pasa por filósofo. También se le ha elevado a la condición de cerebro pensante de Putin. Eso ya no es corriente. Habría que dilucidar si Putin tiene necesidad de un filósofo, o de un ideólogo, que le dé pensadas las cosas que él se trae entre manos. Y parece que sí, pues en cierto momento tuvo que recurrir a conceptos con los que revestir sus acciones.
Son dos cosas que yo no veo con claridad: la primera, si Dugin es en verdad un filósofo y, en caso de serlo, qué clase de filósofo es, y la segunda, qué ideas se le han metido a Putin en la cabeza, procedan de donde procedan. Como es un asunto algo enrevesado y largo, habrá que ir por partes. Sigue leyendo